“El libro “Majá” es un testimonio que yo hago sobre la corrupción en el béisbol de Cuba, algo que ellos siempre han tratado de tener escondido, porque dicen que el deporte nacional que era el béisbol era un paradigma, una cosa de ejemplo. Sin embargo, estaba llena de mentira, de corrupción y basada en la necesidad que teníamos los deportistas. Fidel en su sueño utópico dividió el deporte en el antes del 1959 y después 1959 buscando una serie de logros, basados en que se acabó el profesionalismo, inculcando que el deporte… el hombre no era una mercancía y lo que era el deporte profesional era para tratar de explotar al deportista. (…) Nos fueron explotando nos siguen explotando. Todavía hay deportistas por allí que andan alcoholizados, tanto boxeadores como peloteros, que se han olvidado de ellos. Yo no sabía ni entrar en un restaurante. Tenía dos pantalones verde olivos, teñidos de marrón y negro. El marrón era el único que tenía para ir adondequiera. Nos daban un par de tenis. Ellos por lograr esa idea del triunfo del deporte revolucionario lo que hicieron era destruir una fila de jóvenes soñadores como nosotros. Y eso nos llevó al camino como este (venta de los partidos). Muchos me dicen que los otros no lo hicieron, pues yo sí lo hice. Fue una etapa de mi juventud, y de verdad que no me siento contento con esto que hice, porque un deportista tiene sus principios, su ética, pero bueno, esto está dentro de la historia de mi vida y no lo puedo borrar".
“Yo, siendo presidente de una cooperativa que producía por diez millones de pesos, tuve que celebrarle el cumpleaños de la hija mía con una pizza y una amiguita. Compré una pizza para dos en un lugar que le decían “Dino”. Compré esta pizza para que estuviera ella y la amiguita y compré dos refresquitos… Siendo presidente de la cooperativa, aportando esta cantidad de dinero para Cuba. Cuando me fui (a los Estados Unidos), en seis años yo vine a les hice una casa a cada hija mía”.
“(Mi padre) era una gente que vivía enamorado de lo que ellos llaman la Revolución. No se quejaba de nada. Sin embargo, desatendió completamente a los hijos. Ahora yo estoy aquí y son opositor, los otros hermanos míos están en los Estados Unidos, se fueron. La protección y atención que debe darles un padre a sus hijos los daba a la Revolución. El premio suyo fue el abandono y los hijos que no fueron defensores de esto como él fue”.
La idea del deporte revolucionario destruyó a jóvenes soñadores
José Elías González Agüero nació el 26 de diciembre de 1954 en Bayamo. Su padre, de origen campesino, fue uno de los oficiales de alto rango dentro del régimen cubano. Participó en la fundación del Partido Comunista de Cuba y de la Policía Revolucionaria Nacional. Trabajó por ejemplo como diplomático en Corea del Norte y formó parte de las tropas cubanas en Angola. Amaba a la Revolución Cubana y esto afectó de forma negativa la relación con sus hijos, que no disfrutaban de mucha atención suya durante la infancia. José estudiaba en La Habana y desde una edad temprana se perfilaba como un niño con mucho talento deportivo. El deporte que más le gustaba era el béisbol. Acabados los estudios para ser mecánico de motor y fuselaje de la aviación empezó a trabajar en este campo y al mismo tiempo jugaba béisbol en el equipo de La Habana que se convirtió en el campeón nacional. A pesar de ser un deportista excelente, luchaba con una situación económica desfavorable, ya que en aquellos tiempos el deporte profesional en Cuba no funcionaba y los jugadores no recibían mucho dinero. Entonces decidió unirse con los apostadores que intentaban afectar a los resultados de los partidos ofreciéndoles a los jugadores grandes cantidades de dinero. De repente podía disfrutar de la vida lujosa. Pasados unos años, los fraudes fueron desvelados por la Policía. José Elías no fue sancionado, pero dejó de jugar al béisbol y empezó a trabajar en la agricultura. Llegó a ser el presidente de una cooperativa y se desempeñaba en los sindicatos, sin embargo, vio que su situación económica no se mejoraba y sus actividades dentro de los sindicatos no daban resultados. Al mismo tiempo empezaba a comprender que el carácter del sistema cubano era totalitario y represivo. En 2005 decidió emigrar a los Estados Unidos, donde se encontró con muchos exilados que trabajaban en la oposición. Sirviéndole de inspiración, decidió revivir el Partido Unión por Cuba Libre. También empezó a trabajar en el Proyecto Emilia dirigido por el doctor Óscar Biscet. Cómo le resultaba difícil llevar al resto de su familia a EE.UU., decidió regresar a Cuba, donde sigue trabajando en la concientización de los cubanos con el propósito de lograr un cambio en el país.