“Hay una cárcel de alta seguridad que se llama Agüica, que fue donde yo estuve, adonde me llevaron preso por razones de intentar salir ilegal de Cuba. Y esa prisión de alta seguridad tiene dentro una prisión pequeña de más alta seguridad que le llaman La Polaca. Es el nombre que todos los cubanos conocen esa prisión. En ese lugar ponen a las personas que ya van a fusilar, o personas que son extremadamente peligrosas. Son casos muy especiales los que ponen allí. Allí no puede entrar nadie, ningún militar, nadie. Solamente un oficial tiene la llave y el acceso a esa prisión. Entonces allí, en esa prisión, me pusieron con esos dos muchachos jóvenes [que eran asesinos condenados, nota editorial]. Y Dios me puso en la boca las palabras adecuadas. Lo digo así porque fue así como sucedió, no es que yo tenga mérito alguno. Para que esos dos jóvenes pudieran comunicarse conmigo en forma correcta y yo ganarlos para una causa que para ellos podría ser la salvación. Estoy hablando en el campo espiritual, para que el alma de ellos pudiera salvarse. Entonces todos los días, las madrugadas, días, tardes, noches, ellos decían frases contra la revolución, dando golpetazos contra la puerta. Gritos enormes, y ellos no dejaban vivir a la población penal con esos gritos y esos golpes. Y a mí no me hacían nada. Pasaron dos semanas y era lo mismo, y ellos decidieron sacar a los dos muchachos y dejarme solo otra vez.”
“Eso fue en el Ministerio del Interior. Yo hice el servicio militar en 1975 a 1978, tres años. Servicio militar que es obligatorio para los jóvenes. Y fui escogido para el Ministerio del Interior por la capacidad, por la participación y todas las cosas esas que ellos decían que yo tenía por esa época. Entre 6,000 personas escogieron a 30. Y entre esos treinta estaba yo. Cuando conocí a las personas miembros del grupo, eran hijos de los dirigentes, eran personas que estaban aprobadas, súper aprobadas por el gobierno. Y eso hizo que yo tuviera acceso a información privilegiada. Estaba directamente vinculado… Incluso dentro de ese grupo de 30 personas, estuvimos todos en lo que se llama la Dirección de Seguridad Personal. Estas son las personas que usa el régimen para cuidar a sus dirigentes, comenzando por Fidel Castro que ya murió. Y yo pude ver la diferencia… Ese escenario, esa situación que yo tuve en el servicio militar, me permitió tener acceso a la verdad que había detrás de todo lo que estaba pasando en Cuba entre esos años del 1975-1978, y poder comparar con todo lo que se decía afuera, con todo lo que se decía adentro de Cuba, y poder tener una idea un poquito más clara de cuál era mi situación, la de mi familia, y la del pueblo de Cuba y la de esos dirigentes que por la fuerza y la violencia llegaron al poder y nunca fueron elegidos por el pueblo.”
“Ellos [mis padres] me criaron en el reparto de La Habana del Este. Y en esos años fui a la escuela primaria que se nombra José María Reposo, y allí comencé… estamos hablando de los años sesenta… comencé como pionero en la sociedad cubana. Me pusieron la pañoleta como a todos los niños y gritábamos todos los días en el matutino ‘Pioneros por el comunismo, seremos como el Che.’ Y no sabíamos quién era el Che. Y aun así se repite hoy en día esa frase en los niños de Cuba, estoy hablando de 2018.”
“Yo estaba planeando con un amigo abandonar Cuba en balsas. Como un balsero más. Yo fui balsero también. Y fui uno de los primeros balseros también. Tomamos en secreto… Éramos tres, eran dos amigos míos y yo, y uno de ellos era mi padrino. Y lo que hicimos fue marcharnos una noche en marzo de 1987, nos lanzamos a la mar. Y cuando ya estábamos en los Cayos [de la Florida], vino una tormenta muy fuerte, y un barco ruso de carga nos recogió. Yo nunce estuve de acuerdo… Por eso es cierta la frase de que en el mar no puede haber democracia, que tiene que haber un capitán. Yo les decía a ellos que no, que no aceptáramos, que no subiéramos. Pero en definitiva, al final accedimos todos los tres a subir al barco. Solamente por la bandera, porque sabíamos que era ruso. Y el capitán del barco ruso… nosotros le hablábamos en inglés muy pobre y en español. Y le decíamos que éramos de la Florida, y nosotros teníamos la bandera norteamericana. Tratamos de buscar la manera de engañarles para que no nos devolvieran a Cuba. Pero fue eso lo que hicieron.”
Yo era un perseguido constante, o sea, tenía siempre agentes vigilándome. En cualquier lugar que yo fuera, adonde yo fuera. Pero yo tenía que coger un elevador y bajarme en un piso que ellos no esperaban y entonces... hacer ciertas operaciones que las personas que estaban siguiendo ya no pudieron seguirme. Entonces como no había rastreos, estamos hablando de unos años que era posible. Ya eso hoy es muy difícil. Hoy tienen... la tecnología ha avanzado tanto que esto es muy difícil que te les puedas escapar. Te hacen un seguimiento muy cerrado. Y en esa época yo tuve que actuar de una manera... vamos a decir no inteligente pero astuta. Con mucha astucia, para poder denunciar y cumplir con mi trabajo dentro del Comité Pro Derechos Humanos. Una de las cosas que más les molestó a ellos fue esa, porque el oficial cuando yo estaba en los interrogatorios, un oficial me dijo: “Tenemos un cuarto lleno de todas las denuncias que tú has hecho”. Repleto de todas las grabaciones y periódicos que ellos han recogido, “la basura esa que tú has dicho”. O sea, ellos estaban notablemente molestos con el volumen de denuncias que yo logré alcanzar con relación a las violaciones de Derechos Humanos en Cuba. Y eso me dio una satisfacción tan grande ese día, por ejemplo, en el calabozo yo tenía una fiesta espiritual.
Hay una forma siempre dentro de Cuba que tu puedes encontrar de cómo escabullirte de la máxima represión para poder sobrevivir. Entonces, es un error en mi opinión... a lo mejor otras personas dicen tú eres un cobarde... o el elemento que quieren, pero enfrentar completamente de frente a un régimen que te puede aplastar de una sola pisada... si tú sabes que lo van a hacer en ese momento, o sea, cómo decir... Por ejemplo, si yo voy a hacer una denuncia de una violación de Derechos Humanos en Cuba, y yo para hacerlo tengo que decirle a este oficial que está al lado mío que sí, que yo no voy a decirla, yo digo no, yo no voy a decirla, déjame pasar, y él me deja pasar. Cuando él pase yo la denuncio. ¿Por qué? Porque si tú le dices yo sí que lo voy a denunciar, entonces no te va a dejar pasar y tú no vas a poder denunciarlo. Hay ciertas cosas que del punto de vista práctico son necesarias.
En la comida que te servían... o en alguna forma... ellos te ponían sustancias que te estaban dañando. Y también psicológicamente. Si tu te estabas bañando... estabas durmiendo, te sacaban a interrogatorio. Había una forma de mecanismos para que tú no puedas dormir. Te ponían frente a una luz blanca fluorescente, bien intensa, las 24 horas. Si tu te virabas de espalda a la luz para dormir, ellos te despertaban... no puedes dormir en esta posición, tienes que virarte para acá. O sea estabas expuesto a esta luz las 24 horas del día. Esto es semidormido o no. Era una forma de castigo. Las otras, contra el estómago, contra la mente, las amenazas de llevarte a donde están los locos, a Mazorra, le llaman así a un hospital psiquiátrico. Porque que tienes que estar loco. Una persona humana que esté contra ellos tiene que estar loca. Ellos no conciben que ellos, siendo tan buenos, que haya alguien que pueda contradecirlos.
Ellos no lo sabían, pero yo había descubierto toda la verdad. No iba a poder continuar con esa mentira tan grande
Rodolfo González González nació en 1958 en La Habana. Cuando era pequeño, formó parte del movimiento de los pioneros. Tenía siempre muy buenos resultados en la escuela, lo que resultó en 1974 en su nombramiento como presidente de la Federación de Estudiantes. Allí se produjeron sus primeros choques con las autoridades. Desde muy pronto tuvo acceso a información privilegiada sobre la verdadera situación de Cuba, y pudo verificar las grandes diferencias entre lo que era la vida de las personas que se mantenían en altos cargos y la de los cubanos comunes. Durante el Servicio militar en 1975 y 1978 se negó a firmar la cooperación con la Seguridad del Estado. En ese momento empezaron sus problemas con el régimen y fue expulsado de la Unión de los Jóvenes Comunistas. Logró participar en el programa de Ayuda Mutua Económica con la intención de escapar a algún país capitalista. Eso no fue posible y pasó algún tiempo en Checoslovaquia. Una vez regresado, en 1981, trabajó primero en el Banco Nacional y luego en el Instituto Cubano de Radio y de Televisión. Junto con dos amigos intentó huir de Cuba por vía marítima. Sin embargo, la balsa entró en una fuerte tormenta, y rescatados por un barco de carga ruso, fueron posteriormente devuelto a la isla, donde lo encarcelaron. Después de pasar un año en prisión, empezó a trabajar como vocero en el Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Constantemente perseguido por las autoridades logró denunciar un sinnúmero de violaciones de los Derechos Humanos en Cuba. Eso resultó en otro encarcelamiento, esta vez en la prisión de Agüica. Se fue al exilio en 1995.