Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.
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Luchar por una Cuba libre es el deber de cualquier buen cubano
Nacido en 1936 en La Habana. Su padre era dueño del periódico cubano Crisol.
Tras los primeros choques con el régimen instaurado por Fidel Castro se fue al exilio a Miami, donde le contrataron para colaborar con Radio Swan, que transmitía a Cuba.
Trabajando en la radio entró en campamentos de entrenamiento para invadir la Cuba castrista.
Participó en varias misiones aéreas dirigidas a Cuba desde las bases estadounidenses en América Central.
Tras el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos fue activo en el suministro de materiales a los disidentes por vía marítima.
Sigue promoviendo las ideas de democracia y libertad en Cuba hablando en distintos medios de comunicación.
Julio González Rebull nació en 1936 en La Habana como hijo del dueño del periódico cubano diario llamado Crisol y también de una emisora de radio. Durante su juventud se crió en una escuela católica. Todavía en Cuba empezó a estudiar periodismo, y al mismo tiempo ya trabajaba en el periódico de su padre. “Siempre creí que era necesario un cambio en Cuba después de que el presidente Batista diera el golpe de Estado”. Se incorporó a la Asociación de Jóvenes Cubanos Revolucionarios, uno de los dos grupos más importantes en la lucha contra el Gobierno de Fulgencio Batista junto con el Movimiento 26 de julio. “Empezamos a dudar muy pronto de que el actual dictador de Cuba, Fidel Castro, se retirara, y a pensar que aquello no era lo que ellos habían prometido. Habían prometido elecciones en Cuba, habían prometido libertad donde se podría discrepar sin el peligro de ser fusilado o de ir a la cárcel por 30 años. Yo creo que la juventud cubana sufrimos un fuerte golpe, pensábamos que para tener una vida de tranquilidad y de balance no había que ser necesariamente de un partido o de otro, sino que queríamos vivir nuestra vida tranquila, llevar nuestros estudios y echar hacia adelante nuestra patria mucho más de lo que estaba”.
La política editorial del periódico en el que trabajaba empezó a tener problemas con el régimen castrista y Julio se fue a Estados Unidos en mayo de 1960 con la intención de unirse a lo que luego resultó la invasión de Bahía de Cochinos. “Llegué a Miami todavía con el carné de periodista, donde supuestamente veníamos a cubrir un evento que Fulgencio Batista había comenzado y que Fidel Castro continuaba en Nueva York en ese momento”. Tras la llegada a Estados Unidos pidió inmediatamente el asilo, y empezó a interesarse en lo que se podía hacer en contra del régimen cubano. Empezó a formar parte de Radio Swan, que transmitía para Cuba.
Después de haberse enterado por parte de sus amigos de la existencia de los campamentos de entrenamiento decidió entrar. “Fue una partida dura. Mi madre había llegado de Cuba en octubre. Durante los meses que estuvimos separados, no podía ni hablar con ella. Cuando llamaba de Miami a Cuba, no me dejaban entrar las llamadas. Cuando le escribía a mi madre y el Correo Postal de Cuba veía que era yo el que mandaba a la dirección de mi madre, donde yo vivía en Cuba, no le hacían llegar las cartas, o sea, que tuve literalmente más de tres meses, o dos meses y pico sin saber de mi madre nada más que por terceros caminos. Al fin me dijeron que tenía que marcharme hacia los campamentos. No tenía idea a dónde íbamos, nunca había sido militar, y el 16 de diciembre me citaron, me vinieron a buscar a mi casa. Mi madre había llegado hacia un mes”. Se suponía que desde los campamentos iba a transmitir a Cuba por Radio Swan. También había planes de lanzarle con su amigo en paracaídas a la Sierra de Escambray, donde se mantenían unidades que combatían al régimen de Fidel Castro. “Honestamente nunca había sido militar y aquello me lucía a algo que temblé cuando lo oí, pero era deber de cualquier buen cubano”.
Recibió documentos con otro nombre, uniforme militar, y a través del aeropuerto de Miami les transportaron junto con los demás jóvenes cubanos a campamentos de entrenamiento en Centroamérica. Solo cuando aterrizaron, se enteraron de que estaban en Retalhueu, en Guatemala. Después de pasar un mes y pico allí en los campamentos de entrenamiento, fue con un amigo a la base Trax. En esta base le informaron sobre sus tareas, que consistían en hacer misiones aéreas a Cuba con el fin de dejar caer la propaganda anticomunista. Posteriormente llegaron sus equipos de radio, y empezaron a transmitir a Cuba desde Guatemala.
Los viajes aéreos se seguían haciendo hasta el momento de la llegada de la etapa final del entrenamiento. “Honestamente, nos extrañaba un poco, porque solamente éramos unos 1.300 hombres y sabíamos que Fidel tenía sobre las armas cientos de miles de hombres”. En Puerto Cabezas, Nicaragua, se continuaba con el entrenamiento y con las misiones aéreas de esta base. Posteriormente, una parte de los soldados se fue a Cuba en barco y a otros les tocó ir en avión. Se produjo una contraofensiva de los aviones castristas y Julio tuvo que volver a Nicaragua. Lo mismo se repitió, y en este entonces los pilotos se enteraron también de la difícil situación de los barcos. “Cuando el piloto me dijo que teníamos que regresar a Nicaragua, yo pedí permiso para que me dejaran saltar y me dijeron que no, que tenía que regresar”. El día 15 de abril se hizo otra ofensiva contra los aviones castristas y ya había muertos. “Uno de los instructores me dijo: “Julio, tú que eras tan amigo de Martín, recoge sus cosas porque lo han matado. Sencillamente fue un momento inolvidable”.
Las luchas continuaron, pero el factor decisivo fue el fin de la ayuda de las fuerzas armadas estadounidenses. La misión de desembarque en Cuba no fue exitosa. “Fue una experiencia muy dura. Murieron ciento y pico de jóvenes. Nos sentimos traicionados”.
Julio pasó a participar en las misiones de suministro de ayuda a los rebeldes en Cuba, que se efectuaba utilizando lanchas desde las islas de Cayo de Florida. También seguía siendo miembro de la Sociedad Interamericana de la Prensa, y trató de buscar un aliado para quitar el régimen de Cuba, lo que no funcionó. Hubo también intentos de ayudar a las personas que otra vez intentaron alzarse contra el régimen castrista. Se trataba de llevar armas o sacar a la gente que necesitaba salir de Cuba, ya que se encontraban en peligro de sufrir represiones. Julio formó parte de estos equipos de apoyo y de rescate tres veces. Sin embargo, la lucha fue disminuyendo de manera gradual. “Tristemente pienso yo, que nuestro mejor aliado no está ayudando a la causa cubana”.
Julio está decepcionado sobre todo por la actitud de los jóvenes cubanos de hoy en día. “Nosotros con la edad que tenemos... no puedo volar, ni puedo meterme en un barco por cuatro días sin comer, ni puedo dar dinero. Pero lo que sí puedo dar, es consejo”.
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Příbeh pamětníka v rámci projektu Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)