Dios no permitió que me muriera, me cuidó la vida
Sirley Ávila León nació en 1959 en Las Tunas en la República de Cuba. Creció como pionera dentro de una familia propietaria de terrenos agrícolas y de una finca. Fue integrante de la “Unión de Jóvenes Comunistas”, confiando en el Gobierno cubano y sus dirigentes. A finales de los años ochenta, cuando murió su padre y se enfermó su madre, empezó a dirigir la finca en Limones en el municipio Majibacoa, donde se percató de las críticas condiciones de los campesinos e intentó apoyarlos como delegada del Poder Popular. Sin embargo, las Asambleas Estatales rechazaron sus sugerencias de mejora y negaron la apertura de nueva escuela en la zona, necesaria debido a la extrema lejanía de las existentes. Pese a los obstáculos, Sirley no cejó su objetivo y con el apoyo de los campesinos la construyeron. En 2010 el Gobierno cerró la escuela, y la Seguridad del Estado inició el embate contra Sirley. Convencida de que los derechos proclamados en la Constitución deben de aplicar para todos, se integró en 2012 a la oposición. Los ataques hacia su persona culminaron en mayo de 2015, cuando el obrero contratado para cuidar la finca intentó a matarla, dejándole con secuelas de por vida, la mutilación de una mano e incisas en el hombro y ambas rodillas. Sirley se quedó diez meses inválida, hasta que en 2016 sus amigos y activistas del movimiento opositor lograron trasladarla a los EEUU, para que recibiera atención médica. Sirley reside en Miami, diariamente se preocupa por la vida de su hijo y su familia en Cuba. Participa en conferencias internacionales, con el objetivo de difundir por todo el mundo el porqué de la lucha por derechos humanos en Cuba y de qué es capaz un régimen totalitario.