Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.

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Ana Lázara Rodríguez (* 1938)

El truco es que tienes que estar un paso adelante

  • nació el 17 de abril de 1938.

  • su abuelo fue un veterano de la Guerra de Independencia de Cuba.

  • cooperó con el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) y luchó contra la Revolución desde la universidad.

  • fue arrestada en 1961 y sentenciada a treinta años de cárcel.

  • estuvo en tres prisiones: Guanabacoa, Barbacoa y Guanajay.

  • aprendió a enfrentar el miedo, a protestar sin temor, a expresar su desaprobación y a burlarse del sistema.

  • en varias ocasiones durante las huelgas de hambre se encontró al borde de la muerte.

  • prendió fuego en la prisión de Barbacoa y logró escapar de la prisión de Guanajay por un corto tiempo.

  • partió a Estados Unidos en 1980, gracias a la voluntad de Jimmy Carter de levantar el embargo impuesto a Cuba.

Parte II

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La estancia en la segunda prisión fue horrenda. El traslado hacía Baracoa fue más horrendo todavía, nos trasladaron en avión. Antes de entrar en el avión nos bajaron en lo que era Columbia, una base militar que después le pusieron nombre Ciudad de Libertad. Pero allí nos dijeron que nos iban a trasladar para la Unión Soviética. Por supuesto, cuando vi que el avión era bimotor pues no había posibilidad que llegáramos a la Unión Soviética con un bimotor, las compañeras comenzaron a sentirse nerviosas porque a el avión uno de los motores se incendió y se veían las llamas claramente. El piloto, colocó el avión en esta posición para quitarle el suministro de gasolina y claro, la gente comenzó a caerse al piso y empezaron a gritar. Yo me paré y les dije: “Muchachitas, se llega al cielo de forma propia o por comparación. Como llevamos aquí el jefe nacional de prisiones y a un grupo de seguridad de estado, por comparación no se preocupen que llegamos todas al cielo.” Se pusieron nerviosos, entonces nos empezamos a reír y se calmó la situación. El avión pudo continuar normal hasta la provincia de oriente, fue en Santiago de Cuba donde aterrizamos y allí nos trasladaron en camiones hacia la ciudad de Baracoa. Todo ese tiempo éramos insultadas pero entrando en Baracoa, como nos llevaban en camiones abiertos en lo que ellos iban en jeep con guardia delante y atrás para evitar que nos escapáramos, nosotras gritábamos: “Viva Cuba libre abajo del comunismo.” Y un pobre hombre en Baracoa salió y dijo: “Virgencita de la Caridad yo sabía que nos ibas a conseguir la libertad.” Pero en eso vio los guardias y en eso dijo: “Coño, me jodí.” Fue una escena increíble porque veníamos agotadas sin comida, sin agua dando gritos por la carretera para tratar de por lo menos hacer ese tipo de propaganda. Nunca se me olvidará la cara aquel hombre que primero casi se arrodía dando le gracias a la Virgen y después dijo la frase aquella frase porque medio de la ciudad le había visto.

 

5:00 - 30:51

Baracoa fue una experiencia que nos dejo saber hasta que punto la propaganda había penetrado en la población. Al comienzo los niños de la escuela que quedaba cerca, nosotras no los podíamos ver pero la escuela quedaba cerca y cuando salían o entraban, pasaban frente al vivac y gritaban “asesinas, batistianas” entonces tomaba la decisión de informar a la población quienes éramos, porque luchábamos, que habíamos luchado contra Batista, que no estábamos por haber asesinado a nadie que estábamos allí porque estábamos luchando por la libertad de Cuba. Decidimos que a las nueve de la noche se iba a hacer como si fuera una emisora radial con un cartón para que nos sirviera de vocero subiendo hasta la parte de arriba donde quedaban las ventanas rejadas. Había una plaza donde quedaba el malecón de Baracoa. Era una plaza enorme. Se veía las rocas, el agua rompiendo allí entonces comenzamos todos los días a las nueve de la noche allí con la formación de la población de Barbacoa. Un tiempo después de aproximó una visita - uno de los niños pasó y dijo: “Su mamá está aquí. Está alojada en una casa de la vecindad que le brindó alojamiento para que pudiera descansar. Está aquí de visita.” Fue describiendo todos y cada uno de los que vinieron a visitarnos. Entonces él guardia le dijo: “Oye, aquí no se puede parar. Voy a tirarte. Quítate o voy a tirarte.” Él se paró y dijo: “Tira porque voy a seguir hablando porque aquí hay un patriota.” Hasta allí nos dimos cuenta hasta que punto logramos a informar a la población de las mentiras que les estaban infiltrando. Habíamos logrado cambiar la mentalidad e informar a la población quienes éramos nosotros. Baracoa fue para ellos un fracaso total. Debido a que pusieron de jefe de la prisión a un individuo que no sabía absolutamente nada de prisiones. Él nos preguntó como son las prisiones y le dijimos que nuestros familiares depositaban dinero y que en la prisión de políticos lo que se hacía era asignar un guardia o una mujer guardia para que nos trajera los alimentos que pedíamos que comprábamos con este dinero. Que nos suministraban a través de esta fama los cigarrillos, la fruta etc. Nosotros llegamos a tener en Baracoa carne de puerco con grasa de puerco, bananas de distintos tipos, una variedad enorme de plátanos y frutas. Llegamos a tener enorme cantidad de cigarrillos, café, azúcar, latas enteras de galletas. Comenzamos a recuperarnos. Cuando mandaron una inspección que fue gente de la base naval de Guantánamo, eran los guardias de allí, los que vigilaban la base, ellos montaron el cólera. Se dieron cuenta que habíamos cogido un mejor color, que estábamos llenas de energía y comenzaron a insultarnos: “Puta mala, hija de puta.” Tenías ataques casi de rabia, pateaban la parte de arriba de la azotea porque no bajaron pero nosotras supimos que ya al director lo quitaron y que va a comenzar la refría. Entonces nos reunimos. Había un grupo que decidió hacer protesta porque a los familiares les costaba un enorme cantidad de trabajo llegar hasta allí. Trenes quedaban por el camino, a veces eran días enteros, los alimentos se descomponían, si no se los comían se echaban a perder. Demoraban días en poder llegar a Barbacoa. En la reunión se hizo por votación si se hacía una protesta o no. Yo fui de las que decidí que la protesta no era buena porque consideraba que íbamos a enfrentar a un enemigo y la mayoría no estaba preparada para esta refría enorme después de vivir unos meses en abundancia. Yo temí de que no íbamos a poder enfrentar aquellos, voté en contra. Pero perdí la votación, la mayoría opinó que había que hacer una protesta. Dije: “Bueno, si se va a hacer la protesta, tenemos que hacerla de manera que ellos no vayan a tolerar esta protesta. Tiene que ser mañana, tarde y noche y nada más que dar un pequeño margen de 20 minutos para informar a la población que es lo que está ocurriendo - por qué hacemos la protesta y a que nivel.” Les dije que lo primero que tenemos que tumbar las rejas porque lo primero que van a hacer es enrejarnos y no vamos a poder maniobrar. Las rejas era de la época de la colonia. Era un vivac. El vivac es cuadrado, las galeras, en frente siempre está la entrada y están allí las oficinas - cada una de las galeras está enrejada. En la galera éramos 65 mujeres. La primera era más grande, habrían más que 20, a las más chiquitas cabían 5 mujeres. Era una prisión donde estaban 65 mujeres, allí no había comunes. Llegué a Baracoa creo que en 1965. Ya nosotras teníamos la experiencia como tumbar las rejas más grandes del mundo. Las de Guanajay, que era una cosa impresionante, era una prisión de máxima seguridad, las rejas eran de 13 pies de altura, los barrotes gruesos, pesaban enormemente. Pesaba abrirlas y cerrarlas. Todas estas rejas tienen hacia dentro un pin de acero que penetra como un clavo así y tiene tres - en la parte superior, en el centro y abajo. Es un pincho de acero grueso que abre al final para mantener no solo el equilibrio sino que la reja tenga consistencia. Si usted la comienza, cuando está abierta monta dos o tres mujeres, a golpear en la dirección contraria la pared comienza a quebrarse hasta que al final la reja cae. Cuando usted aprende esto y lo aprendimos en los castigos para evitar que nos cerrara, las de Baracoa eran un paseo. Eran de la época de la colonia. Eran de hierro pero estaban más deterioradas. Que ocurrió? En Baracoa no cayeron como en Guanajay completamente sino cayeron torcidas y eso no sirvió - una persona podía tocar cinco instrumentos a la vez - colocábamos la reja torcida y la otra reja torcida y la otra reja torcida entonces las rejas sonaban una con otra. Eso en un espacio confinado como era un patio - las galeras eran como un cajón cerrado y la plaza quedaba allí - cuando sonaban aquí los instrumento eso era como una caja de resonancia - o sea que una persona tocando aquí, con una caja de galletas, una persona podía durante 20 minutos sonar como si fueran 5 personas. Había la jefa del toque. Esa sonaba durante 16 minutos, cuando ya se estaba acercando la hora, se paraba, las de más seguían sonando y ella iba a despertar el grupo que iba a cubrir a este. La otra iba entrando, sustituía la que estaba haciendo el toque. Una persona puede aguantar hacer el sonido 20 minutos. Después los músculos comienzan a cansarse, por lo tanto la organización era así. Al principio nadie podía dormir por el sonido. Llegó un momento en que la gente ya se dormía a pesar el toque y hacíamos la guardia y era 24 por 24 menos a las 9 de la noche que seguía siendo la radio informativa. Llegó un momento que la plaza se llenaba, era como la plaza de la revolución pero llena del pueblo de Baracoa. Traían los niños para enseñarlos a nosotras desde lejos. Teníamos una escalera improvisada con la que se podía subir a la ventana. La más chiquita de nosotras que era Genoveva Canaval y que hablaba bien, ella cabía acostada y allí hablaba por el alto parlante y después le ayudábamos a bajar. Ya ellos supieron. Para ellos se volvió en algo intolerable porque la población entera estaba allí en desacuerdo con ellos. Nos quitaron la comida, después el agua. Había una cisterna que goteaba, en una de las galeras - estaba Maria Cristina Oliva, Gloria Solano y Caridad - eran las encargadas de vigilar ese tuvo de manera que cuando se estaba llenando, poner otro y dedicábamos esa agua para tomar. Ellos no lo sabían. Nos suministraban a cada una de nosotras la cantidad que podíamos ingerir de manera que pudiéramos continuar con el toque porque sin agua no íbamos a poder. Entonces en un momento la cisterna parece que ya no tuvo más agua y Gloria Solano, que siempre ha sido entretenida, todavía vive y sigue siendo muy entretenida, llegó y dice: “Muchachitas, hay que parar el toque.” Entonces paramos el toque. Y dice: “Nos quedamos sin agua.” - “Y qué hacemos ahora?” - “Bueno, vamos a rezar para que el Dios nos mande el agua.” Me quedé paralizada. Inmediatamente yo empecé a dudar. Esto es un reto, si empezamos a rezar y nos cae agua se van a burlar de que Dios no existe. Pero si nos ponemos a rezar, estamos diciendo a Dios que tiene que responder. Es un reto de todas formas. Comenzó un rosario. Yo sudaba frío porque quería hacerlo con fe total y absoluta pero seguía dudando. Yo le puse King Kong para mortificarlo, yo le puse King Kong a un guardia negro que era malo, era un ser humano malo y yo para mortificarlo le decía: “King Kong.” Cuando ya estaba medio molesto ya me empezaba insultar. Claro, le estaba diciendo mono. Yo no lo hacía por la raza, en Cuba no había este racismo, yo lo hacía porque él era malo. Entonces el rosario andando, King Kong gritaba: “Se jodieron políticas, se jodieron porque en esta época de año no nueve en Baracoa ni por la virgen. En esta época de Baracoa….” Y de pronto yo comencé a sentir..yo tengo una experiencia de un tornado - yo tenía un año y pico, yo era muy gorda entonces mi mamá cuando me bañaba, me secaba pero le pesaba tanto, ella me ponía en el patio y me decía: “no te muevas” pero a mi me molestaba el sol para que el sol me terminara de secar y en esta ocasión yo sentí como que algo me presionaba sobre la cabeza como si me estuvieran aplastando contra el piso y miré y vi como si fuera una bola enorme roja que avanzaba y en esto sentí los gritos de mi mamá. Mi mamá me recogió del piso y la teja le dio en la frente y le rompió la frente pero ella me cubrió. Si no me cubre me da a la cabeza a mi. Comenzó a sangrar. Fue mi primer encuentro con la sangre. La probé y pensé que es dulce. No tuve miedo de la sangre pero conocí una sensación física de un tornado. O sea en medio de las letanías finales del rosario ya sentí que estaba y fue un tornado. La lluvia aquella..yo lloraba, me reía, lloraba, bailaba en medio del patio. Llevábamos semanas sin podernos bañar, consumiendo una cantidad mínima de agua, con un calor fuerte. Cuando aquella lluvia comenzó a caer, abríamos la boca y tomamos la agua que caía - era como si fueran cubos y cubos de agua tirando sobre nosotras. El patio no tenía techo. Las galeras todas daban al patio. Cuando comenzó a caer, caía de las canales entonces ellos comenzaron a cerrar los canales, el techo comenzó a crujir y tuvieron que quitarlo. Le echaron petróleo entonces conseguimos cubo. Los baños no se podían descargar. Había baños en dos galeras, el resto era un patín - patín es un agujero donde no podías sentarte, tenías que pararte y orinar allí, si te ibas a hacer caca la hacías allí en el aire. Cuando echaron petróleo, pudimos descargarlo, pudimos bañarnos. Un día sí, otro no nos llovía. Ellos ya sabían que habíamos ganado. Seguimos tocando pero ya teníamos agua, ya con el petróleo hicimos bombillas de luz, jugaban a las cartas (hechas de cartón) mientras que un grupo tocaba. Ellos ya sabían que nos estábamos burlando de ellos.

 

30:52 - 38:51

Qué pasó con el petróleo? - Ellos echaron petróleo sobre la azotea para que el agua no la pudiéramos consumir cuando caía por los canales. Pero el agua se separa del petróleo entonces un grupo decidió con botellas (teníamos botellas de vinagre, nosotras comíamos bien, teníamos café, teníamos abundancia, estábamos comiendo bien cuando empezó el toque) recoger el agua. No tenían forma de cerrarnos. Recuerdo que King Kong en una ocasión, estábamos en la reja que quedaba para la oficina. Las demás rejas tumbamos. King Kong trató con una varilla de darnos a las que estábamos allí en la puerta tocando. Yo me iré para una de las mujeres pero ella estaba muerta, se llamaba Melina Hernandez. Estaba torcida en el frente. Cuando el tiraba los golpes para separarnos de la reja, las tiraba con la varilla hacía dentro. Yo miré a Melin y Melin me entendió entonces cuando entró la varilla, la desviamos y se engancho en la reja y le puse la mano para que el no viera y le dije: “King Kong, tú no puedes con una mano, mira con una sola mano puedo más que tú.” Y King Kong empezó con toda su fuerza, era un hombre grande y fuerte, entonces le dije: “Ahora Melin!” Cayó para atrás, desbarató todo aquello, nos reímos de él, le dio tanta ira que tiró unas botellas, las tiró contra la reja. La botella, una de ellas, siguió y cogió a Maria Julia Martinez, la cogió, ella iba caminando de espalda y la cogió, comenzó a desangrarse. Tuvieron que venir, trajeron aguja y hilo, nada de anestesia, y trajeron gasa y la doctora Verga (ya está muerta) e Isabel Rodriguez (todavía vive) entre las dos la tuvieron que suturar. Él que estaba allí de médico en esa zona era Tavito - Octavio de la Concepción de la Pedraja, él que fue con Che Guevara a Bolivia. Yo había tenido una discusión porque Isabel como supo que él estaba allí y lo conocía de la universidad, pidió ir al médico y yo como soy provocadora, pedí ir al médico también, y me senté a escuchar la conversación. Isabel le insistía que él de acuerdo con las leyes hipocratas, él tenía que tratarnos a nosotros igualito que a los demás. Porque él decía que a los gusanos él no trataba que los gusanos podían morirse todos - refiriéndose a los presos políticos. Él no quería tratarnos. Entonces Isabel le dijo: “Tavito, yo recuerdo que tú estudiabas en la universidad y eras católico. Por qué tú estás convertido en enemigo de los seres humanos?” Él dijo: “Ahora voy a escalar una etapa superior en la lucha de los seres humanos, me voy a liberar América.” Yo le dije: “Tavito, por si a caso no lo sabías, te voy a hacer un pronóstico, te lo voy a hacer desde ahora para que te recuerdes de mi cuando estés allí, Tavito, lo que tu vas a hacer el cagar los Andes de un lado hasta el otro porque el tipo que actúa como tu, no es valiente.” En el diario de Che Guevara aparece la frase diciendo: “La mula que tenían para cargar las armas y los implementos y las cosas de comer que no la podían usar porque el doctor se pasaba todo el tiempo cagando. Así mismo dijo la frase. Tavito se murió, murió en Bolivia no se si de las cagaleras o de un tiro pero murió.

 

39:52 - 49:06

Por la protesta nos trasladaron. Cuando dijeron que iba a haber el traslado, yo me preparé. Empezaron a llamar por orden cronológico. Yo sabía que nada de aquello iba a llegar donde fuéramos. Comencé a usar el alcohol de encender mechero que teníamos, el azúcar, el fósforo, los cigarrillos, el café - comencé a perforar la colchonetas y echarle todo eso. Yo fui llenando los colchones. No le dije a nadie, solo se lo dije a dos mujeres. Algunas me ayudaron, otras fueron vigilando. Le fui prendiendo fuego, o sea yo quemé la prisión de Barbacoa. Al lado quedaba un cuartel de milicia y era todo de madera. Cuando me sacaron a mi que fue la última, ya la prisión estaba en fuego en la parte de atrás. Un guardia cerró la puerta y me dijo: “Contigo cerramos la puerta de esta prisión.” Y yo dije: “Para siempre. Amen!” Y me dijo: “Amen.” Porque no sabía lo que yo estaba diciendo. Él no sabía la verdad. Era una puerta de acero, la cerró con un candado enorme. La escena me llenó de orgullo y me llenó de temor. Era una doble fila de guardias con bayonetas cargadas, no había luz, era la luz de la luna, la que iluminaba la escena aquella, el pueblo entero de Baracoa - las mujeres embarazadas con los niños cagados y aquellas mujeres gritaban: “Si las tocan nos tienen que matar! Si las tocan nos tienen que matar!” Entramos en carros cerrados. Cuando yo ya vi la milicia entera iba detrás de nosotros. Camiones de milicia adelante, camiones de milicia detrás. La guarnición completa de Baracoa se fue entera. Cuando llegamos al aeropuerto de Santiago de Cuba, aquel calor era espantoso. Los carros eran los carros de la carne que son cerrados todos pero no tenían aire acondicionado. Estaba cerrado y iba a empezar a faltar el aire, por supuesto. Ya llevamos horas al sol allí en el aeropuerto, oíamos el sonido de aviones entonces sabíamos que era el aeropuerto pero no podíamos ver nada. Algunas empezaron a vomitar por miedo, otras empezaron a sentir falta de aire. Yo dije: “Vamos a hacer una cosa. Vamos a impulsarnos todas hacia un lado del carro y con la misma giramos la dirección contraria y empujamos el carro de manera que el camión va a caer al piso. Cuando caiga, se va a rajar y cuando se raje, vamos a tener aire. Así que vamos a hacer este trabajo que manera que vamos a tener aire.” Efectivamente el carro empezó a mecer. Ellos vinieron corriendo y abrieron. “Por qué no nos dijeron que les hacían falta el aire?” Porque sabían que el carro se iba a rajar. Así logramos quedarnos con aquello abierto, ellos cuidando. Ellos estaban bien molestos, cuando se molestan, siempre nos insultan con palabras groseras. Los demás no sabían que estaba pasando. Yo llevaba tres blusas de la prisión y tres pantalones. Aquí en uno de los pantalones llevaba un candado chino, que logré a robar, es muy grande y el laza es enorme. En la mano te quepa perfectamente y si está cerrado, es un instrumento de muerte. Yo llevaba eso, llevaba 26 pesos cubanos, 27 cajetillas de cigarros todo eso escondido en el cuerpo, yo en esa época fumaba. Cuando llegamos yo estaba esperando un castigo fuerte. Yo sabía que se había quemado no solo la prisión pero también la guardia de milicia de al lado era completamente de madera cuando entró el fuego de la prisión sin nadie allí para detener aquello, yo sabía que habíamos quemado la milicia y el cuarto de guarnición. Cuando llegamos a Guanajay, nos transportaron en aviones. El incendio de la prisión fue aproximadamente 1963, estuvimos 9 meses allí. Llegamos a Guanajay.

 

49:07 - 58:58

Guanajay es una prisión de máxima seguridad. Los pabellones es un pasillo, escaleras, otro allí y otro allí, en el medio queda un comedor, luego cocina - donde ponían lo que traían para servir. Luego los baños y allí comenzaban las galeras. Son galeras preparadas supuestamente como mínimo para una o dos prisioneras - celda pequeña con baño, lavamanos y una litera. Eso era para las prisiones comunes pero para prisiones largas, o sea gente condenada a mucho tiempo por asesinato, cuando nos colocaron a nosotras, estaba completamente vacía. Lo que hacían era que te nombraban. Cuando ponías el primer pie para salir del camión cerrado, el guardia cerraba y te daba el empujón. Los guardias del lado derecho te insultaban, los del lado izquierdo te desnudaban. Estaban quitando y rompiendo la ropa. Desde afuera hasta dentro era doble fila de guardia. Cuando la prisionera llegaba al baño, ya estaba desnuda, sin nada. Te tiraban el uniforme y la llavera te llevaba para la celda que te tocaba. Cuando el hombre me fue a empujar, le dije: “No me toques porque te pego.” Y me preparé con el candado. No le dije que tenía el candado pero metí la mano en el pantalón. Tenía el candado preparado en la parte de bolsillo atrás. Lo que pasó todavía, yo no lo sé. Fui la única prisionera porque yo iba a matar a Manolo Martinez, yo iba decidida a acercarme, tirarle con el candado aquí y por supuesto me iban a matar pero lo iba a matar. Lo que pasó, todavía yo no lo sé. Lo que sé es que no oía a los que me insultaban. Yo veía las bocas moviéndose pero todo lo que yo veía era Manolo Martínez delante de mi. Llegué vestida al baño con las tres blusas, con los tres pantalones, con el candado. Delante de ellos yo saqué el candado, lo puse a la parte arriba del baño. Me llevaron para la galera. Cuando me entraron a la galera, allí rápidamente me empecé a quitar ropa e iba a esconderlo todo. Llegó la guardia y le dije: “Mira chica, tú sabes que no me dieron el uniforme.” Y me dijo: “Eso mismo pensé yo que no te hemos dado el uniforme.” Pero lo que quedó era una blusa, una camisa de hombre y un pantalón. Cuando se fueron, yo comencé a preguntar que quienes fumaran que me dijeran para poder pasarles cigarrillos y me mandaban a carajo porque creían que yo estaba riéndome. Y las compañeras me decían: “Muchachitas, a mi nadie me tocó.” A todas ellas les pegaron. A todas. A algunas no solo las desnudaron. Las cerraron el la celda vacía, desnuda y Manolo pasaba por allí y decía: “Por favor, vístete, no te da pena así estar delante de nosotros.” No solo las dejaron desnudas sino que las humillaban como si ella quisieran estar desnudas delante de la guarnición. No podían creer y yo todavía no lo puedo entender que fue lo que pasó, que fue lo que ocurrió que nadie me tocó - 200 hombres, ni una llavera me tocó, nadie me tocó. Como era posible que yo llegaba vestida a mi celda con toda aquella cantidad de cosas que tenía encima. Eran 27 cajetillas de cigarros, era fósforo, una fosforera, lentes de contacto que tenía. Todavía yo no lo sé. Ahora yo sí se que Manolo reculaba huyéndome y yo avanzaba despacio con la mano en el bolsillo. Nadie me tocó, nadie me empujó, nadie me desnudó. Lo que dijeron no lo oí. Todavía la única que me vio fue Claridad Verga que estaba en la celda y Fidelina Suarez que estaba en la misma celda que yo. Cuando llegué me empezó a quitar ropa para esconderla y presentar una ropa que me habían quitado. La gente no entendía, las compañeras no entendían porque se habían ensañado de esta forma. Manolo gritaba: “Eso por quemar la prisión de Baracoa!” Manolo era jefe nacional de prisión, su hermano murió en la guerra civil española.

 

58:59 - 1:11:56

Bueno, Guanajay era siempre mala. Debido a que veníamos, digamos era doble castigo - de haberse burlado - mandarnos a Baracoa era un castigo pero nosotras lo convertimos en propaganda contra ellos - nosotros no solo destruimos la prisión de Baracoa, sino que le cambiamos la mentalidad al pueblo de Baracoa. El Che Guevara inauguró allí, cuando fuimos, una fábrica de chocolate para tratar de cambiar la mentalidad de la población. La prisión de Baracoa estaba en el centro de la ciudad. La gente no entendía porque era ensañamiento. Manolo estaba medio loco, al final de toda esta odisea, porque Manolo nos castigada, nos mandaba a las tapiadas, él estaba un poco fuera de su mente normal. Creo que era la lucha entre seguir haciendo aquello por lo que su hermano había muerto y encontrándose que eso rompía con la ideología. La realidad chocaba con lo que él soñaba que era le comunismo. La realidad era espantosa. Él era jefe nacional de las prisiones políticas en Cuba. Él personalmente ocurrió en Guanajay cuando llegamos allí. El disfrutaba ese tipo de cinismo - Por ejemplo me decía: “Vino tu hermano a verme a ver si tu estaba viva o muerta y yo le expliqué como yo había sufrido viéndote desnuda y no queriéndote vestir.” Este tipo de sadismo. Y los castigos eran horrendos - de golpes, falta de agua. Por ejemplo, el pabellón D se convirtió en Guanajay en un bastión de incorruptible. Recuerdo una ocasión en que yo estaba discutiendo con una llavera en respeto a la revolución y cuando vino el castigo, la persona que estaba parada al lado mío, se llama Gladis, la llavera llegó cínicamente y dijo: “Gladis te quedaste sin visita.” Y ella dijo: “Por qué?” - “Por el otro día la discusión que tuviste, cuando insultaste la revolución.” Ella me miró a mi. Y yo le dije: “Dile que fui yo.” - “Bueno, dile a mi familia que no tengo visita.” Ese tipo de trabajo lo hacían ellos para tratar de crear divisiones entre nosotras. Yo hacía algo y castigaban a otra. Otra hacía algo y castigaban a mi. Pero llegó un momento, se dieron cuenta que no había forma de romperlo

entonces decidieron hacer traslado. Nosotros sabíamos que esto van a hacer a fuerzas. Negamos el traslado. Nos mandaron a las tapiadas. Allí sin agua. Siempre un mes, dos meses, dependía. Creo que eran dos meses. Yo entrené una ranas porque eran parecidos a inodoros, eran de cemento pero eran inodoros. Estaban levantados por el piso. Como no había agua, las cucarachas salían del inodoro y cuando una cucaracha te toca saliendo de un inodoro, es horrendo pero lo que ocurre - tienes que dormir en el piso - entonces tú aprendes como se oye la reja cuando abren y estás sola, te quitas la pijama para que por lo menos no coja el sudor, cuando oyes la reja, te pones la pijama y te cubre, para evitar que huela mucho. Me costaba trabajo dormir. Te entrenas, es muy fácil oír la reja y te preparas. Pero las cucarachas me tenían. Como a mi me cuesta mucho ver en oscuridad, habían unas ranas. Entrené las ranas. Es lo más fácil. Yo tengo mucho calor en las manos. Cogí a rana, le puse Grunilda, y le di calor. Yo le repetía su nombre y le daba calor. Cuando llegaba la noche, yo le decía Grunilda ven, ella saltaba. Las rejas de la ventana eran en segundo piso, no puedes ver hacia fuera, son de cemento, son persianas de cemento. No puedes ver pero entra cierta cantidad del aire. Ya habían tenido problemas de hipoxia en la piel, una de ellas fue Gladis, estaba completamente cerrada sin aire con la humedad - salía con hipoxia. No había suficiente oxígeno para doce mujeres allí tiradas en el piso y se dieron cuanta que tenían que abrir cierta cantidad para evitar…porque claro a la larga viene la muerte…para evitar que no pudieran castigar suficiente cantidad tiempo a la gente. En esa época yo pude dormir gracias a Grunilda. Se acostaba a mi lado y me despertaba el sonido de cucaracha que se acercaba a mi y Grunilda se la comía. Todas las ranas que tuve les puse Grunilda, estaban en la persiana. Si vivía fuera..no sé. Sé que de noche llamaba “Grunilda” ella saltaba y se acercaba y se acostaba cerca de mi. Sentía cuando Grunilda cogía alguna cucaracha. Dormí gracias a Grunilda. Ella no trataba de escapar. Cuando decía “Grunilda” y le ponía la mano, ella saltaba a mi mano. Me ayudaba de esta forma.

 

1:11:57 - 1:20:24

Puede narrar todo el transcurso de su fuga? No hubo preparativos. La primera fuga fue en Guanabacoa. Ellos decidieron amontonarlas a todas en cinco literas hacia arriba con dos baños, todas íbamos a estar en esta galera y el resto de las galeras iba a estar totalmente vacías. Fue que me di cuenta que la galera al lado, porque aprovechamos en lo que nos cerraban después del cerrado, la galera al lado había quedado abierta. Yo coloqué el candado de manera que pareciera cerrada y empecé a planificar la fuga a través de la galera. No había nada preparado. No sabía donde iba a ir. No tenía idea de que iba a hacer después. Sencillamente quería fugarme como una forma de burla porque al no tener nada planificado yo sabía que era muy difícil. Que pudiera permanecer en la calle mucho tiempo. Efectivamente pude salir a través de la galera de al lado. Arriba de los baños dabas un salto, te agarrabas de las dos escaleras, habían sido improvisadas después, y tenía como un espacio grande entre el techo y la pared o sea podías cruzar del otro lado. Llegamos arriba porque había una escalera, porque estaban pintando la prisión, utilicé la escalera para subir a la azotea, me paré en la azotea y allí me di cuenta que era prácticamente imposible. El vivac de Guanabacoa tenía una paredes altísimas al rededor como un muro de circunvalación, era prácticamente un acto suicida en el aspecto que no te iban a matar pero que te van a coger en seguida. Frente a la prisión había un toque de santería. El negro que estaba dirigiendo el toque de santo, era él que se comunica con los santos. El negro parece que me logró distinguir en la azotea  porque yo sentía que me miraba y miraba, y el toque era muy bajito. Yo pensé “pobre hombre está preocupado creyendo que soy guardia.” Le voy a explicar que no soy guardia. Usé reflector, puse las manos así y le dije: “Soy una prisionera, no te preocupes.” Él creyó que el gesto era de ayuda, me hizo así con la cabeza, golpeó con el bastón y comenzó un toque que aquello retumbaba los muros, el sonido retumbaba en todas partes, los que bailaban se le que quedaban mirando asustados y él volvió a repetir el toque y los tambores comenzaban. La chimenea no aguantó, tuve que usar otra chimenea que quedaba más lejos pero no importaba lo que yo sonara. Choqué con una cazuelas que estaba abajo. No importaba. El toque se santo lo cubría todo. Me di cuenta que en cuanto me separaba del muro, mi imagen se convertía en gigantesca, dejaba de ser un ser humano chiquito para cruzar, me convertía en un gigante. Claro, iba a haber guardia. Dije: “Cómo es que yo puedo escapar de esta prisión y pensé si soy un espíritu. Si yo soy una prisionera, voy a escapar de guardia. Si soy un espíritu, a mi no me importa guardia. Todo dependía de si él guardia creía en el toque de santo o no creía. Me preparé por letra de mano, le dije a Chonchi y a Margarita: “Somos espíritu.” Y Chonchi me dijo: “Yo nunca he sido espíritu.” Le dije: “Haz lo que yo hago.” Salí con los ojos sin mirar, caminando directamente hacia el guardia. Cuando el guardia me vio, comenzó a gritar. Metió la cabeza entre las piernas y yo lo único que le pedía a dios que no sonaran los pasos míos porque los de espíritu no suenan. Subía la garita de él y me lancé del muro hacia abajo. Aguanté las otras dos que venían y inmediatamente vi un carro de la policía y le dije: “Compañero!” Y le grité antes de que él me viera, yo lo vi, y esta fue la forma que pude usar todo el tiempo - adelantarme - yo los llamaba antes. Eso me permitió moverme de la Habana sin que me detuvieran a preguntarme el carnet de identidad donde estaba porque él que tiene miedo no se dirige al guardia. Tratar de escapar de la percepción del guardia. En cuanto veía un guardia, le hacía cualquier pregunta, cualquier cosa.

 

1:20:25 - 1:30:49

El primer carro fue un carro de la policía. Pregunté por donde pasaban los autobuses y me dijeron: “Eso queda como siete cuadras de aquí.” Le dije: “Imagínate, el trabajo voluntario, me cogió esta hora y ya se fueron los autobuses y bla bla…” Seguimos normal. Vi un carro de alquiler, me di cuenta que si cogíamos ese carro, jamás la policía va a investigar a ninguno de los choferes porque los choferes no están en Guanabacoa. Nos montamos uno de esos carros, Margarita tenía un billete roto cubano y fue con lo que pagamos el carro de alquiler. Nos bajamos en malecón, frente a la estatua de Martí y allí comenzamos a caminar. Fue increíble la cantidad de cosas que aprendí. No había agua en todos lados. No había tampoco comida. En la iglesia de Reina, que logré entrar gracias a que tuve que amenazar a la beata que estaba en la puerta porque cada vez que trataba entrar la beata me decía: “No tienes pelo, no puedes entrar.” Hasta que ya me cansé, la tercera vez le dije: “Voy a entrar y si gritas o dices algo, te voy a partir el craneo para que puedas rezar allí inmediatamente y pedir llegar al cielo.” Fue que pude entrar. Allí discutimos con el sacerdote. Me dijo que nosotras éramos tres auras tiñosas parqueadas en el hombro izquierdo. Le dije: “Bueno pero los evangelios no dicen eso. Dice la iglesia que la iglesia es la madre y que una madre no le da a su hijo una serpiente cuando el hijo le pide pan. Eso lo que dice la iglesia.” Estaba como una hora discutiendo con él. Él sabía que éramos presas. Se lo dijimos. Le dije: “Mire, padre, ya me cansé. Vamos a hacer una cosa. Al cielo de ustedes no quiero ir. Vengo a cobrar las clases de catecismo que di durante años y no las quiero cobrar en el cielo, las quiero cobrar ahora. Así que me paga las clases de catecismo que di para poder salir y comprar algo.” Me dio el dinero. Lo mataron años después en Colombia. Un camión no vio el automóvil y lo tiró al barranco y lo mató. Así que alguien oyó la conversación y supo que me había dado dinero. Pero las cosas de Dios son así. Cuando salimos con el dinero, lo repartí en tres, éramos tres. Chonchi se me perdió, estaba descansando en un banco. Apareció con tres panes así, mantequilla, café y cajetillas de cigarros y refresco. Le dije: “Chonchi donde conseguiste eso?” Y me dijo: “Con el dinero que me diste. Hay una bodegita allí y la mujer me dijo: “Por primera vez en años me llega suministro para vender por la libre. Así que te salvaste, sin libreta, sin nada lo puedes comprar.” Los caminos de Dios son… Aquel pan con mantequilla me sirvió a mi y a Gloria, el refresco por el agua y yo fumaba así que tenía cigarrillos. Chonchi no fumaba, ni Margarita así que yo tenía todos los cigarros para mi. Tuve experiencia bella de gente con mucha hambre pero que compartía lo poquito que tenían con nosotras. De esos lugares decidí irme no por temor a ser delatada sino porque me daba pena. Con aquella gente el hambre que estaban pasando y se quitaban la comida propia para poder compartir con nosotras. Dormíamos con distinta gente que conocíamos, gente que conocía Margarita o Chonchi hasta que llegamos a un lugar donde yo ya supe que estábamos delatadas. Era un penthouse de lujo, en la parte de atrás de penthouse había un heladero constantemente sonando su campana pero en Cuba no vendían helado en ninguna parte. Había que ser imbécil para no darse cuenta que estábamos vigiladas. Por el frente había una pareja de enamorados que cambiaba pero que se pasaba un día entero besándose. Nadie se besa en la calle el día entero. Yo sabía que estábamos cogidas entonces cambié la identidad, digamos. Trajeron una mujer. Dijeron que estaba huyendo…o sea el dueño del apartamento se llamaba Luis Perez Perdomo, era uno que fue fiscal de la Sierra Maestra donde fusilaron a muchos batistianos por el juicio donde él firmó las penas de muerte. Luis tenía mucho miedo de los extranjeros por esa historia que él tenía. Tenía miedo que el extranjero le cogía. Tenía una mujer allí, trajo una mujer allí y yo le conté una historia, absolutamente mentirosa la mujer que se parecía mucho a la historia de ella. Ella me contó su historia. Ella trabajó para la seguridad de estado. Era una mujer bonita. Lo que hacía era que se acostaba con los que estaban luchando contra comunismo. Los seducía y seguridad de estado grababa la conversación. Después de que hacían sexo, ella le sacaba la información al individuo y la seguridad de estado grababa. Inventé una historia de mi misma.

 

1:30:50 - 1:37:19

En qué momento aparece en la fuga Luis Perez Perdomo? - Bueno, Margarita conocía a un muchacho que tenía acceso al apartamento y nos metió allí. Pero yo ya supe que estábamos cogidas. Él era amigo de unas de mis compañeras pero él parece que estaba infiltrado. Como yo supe que estaba infiltrado, inventé una historia para Luis Perez Perdomo. Conversaba con él en la azotea del apartamento, yo sabía que en la azotea no había escucha por el sonido del viento, por el sonido del malecón. Le habían dado el apartamento a Luis Perez Perdomo, no era de él, era dueño de aquel apartamento. Él venía porque esta mujer, él la tenía de amante, era amante de él. Allí en la habitación ella recibía gente de seguridad de estado. Escuchábamos la conversación escondidas en el cuarto. Se reunían allí como amantes. Yo inventé que ella está huyendo del marido. Y ella le estaba inventando a la seguridad, ella me contaba a mi toda la verdad, creía que yo era una amiga de ella. Le dije que yo era estudiante de economía de la universidad que había tenido que escaparme porque mi marido se había vuelto medio loco y odiaba la revolución y como yo amaba la revolución, él estaba persiguiéndome para ver si me mataba. Todo eso era pura mentira, ni tenía marido, ni estudiaba en la universidad, yo estaba fugaba. Entonces a Luis Perez Perdomo yo le inventé que Gisela, ahora me acordé del nombre de ella, lo quería involucrar a él en la muerta del marido. Eso también era mentira. Gisela lo que sí quería, era que la gente de la seguridad mataran a su marido. Eso era verdad. No creo que el hombre la quisiera matarla a ella por ser una contra revolucionaria, la quería matar porque era una puta. Yo le inventé a Luis Perez Perdomo - le dije: “Esto tiene que quedar entre tú y yo. Gisela está diciendo a la gente de la seguridad que viene aquí que tú vas a matar a su marido. Así que si el marido de ella aparece muerto en algún momento, te van a echar a ti, Luis, la culpa. Fíjate, si me vas a delatar a mí, me vas a echar a perder todo esto lo que estoy aquí viviendo tranquila porque sé que aquí mi marido no me va a encontrar. Así que tienes que ayudarme guardar silencio.” Y me dijo: “Yo sé un tipo de seguridad que es loco, es negro y sádico, se la voy a entregar.” Gisela salió, Luis Perez Perdomo, cuando yo caí prisionera en seguridad del estado en Vía Marista, cayó allí porque vi el carro de él, entonces Luis Perez Perdomo cayó, cayó Pepín Sanchez, cayó Gisela y caí yo, por supuesto pero me llevé a toda esta gente. Inventé otra historia. Inventé que yo era de la CIA norteamericana pero que mi conexión con la CIA era a través de Huber, porque era el único nombre que me acordaba, del FBI y que mi conexión con la CIA la tenía Huber porque mi clave para comunicarme la habían cerrado cuando yo caí prisionera. Estas son historias que yo inventé. Estuve fugada en la casa aquella.

 

1:37:20 - 1:40:48

Pepín era él que me llevaba las cartas para la embajada, a una de las embajadas. Pepín era él que nos llevó al apartamento aquel, él que estaba infiltrado. Yo escribía unas cartas totalmente estúpidas, eran frases estúpidas: “El tío irá a verte por la calle. En la puerta tres le abres la puerta.” Eran frases sin concluir. Yo me imagino que ellos trataron de descifrar esa clave que no existía. Sí, sé, que me creyeron esa historia. Yo le dije a Pepín que lo que yo había tratado con Huber era que viniera un submarino de bolsillo por la Bahía de la Habana, que trajera los delfines amaestrados para cortar las mayas que ellos tienen puestas y que me recogieran en la Bahía de la Habana. Pepín me insistía que por qué en la Bahía de la Habana. Yo le dije que era para burlarme de ellos. Para salir en un submarino de bolsillo huyendo de una prisión política a través de la CIA norteamericana para burlarme de ellos. Estaba yo castigada en la cabaña cuando empecé a escuchar los tanques de guerra pasando a toda velocidad. El movimiento de tropas, entrando a la celda arrastrándose, para vigilar y entrar en la galera donde yo estaba, para vigilar el baño y las rejas de atrás, las doble rejas. Vinieron corriendo y empecé a escuchar el bombardeo. Bombardearon la Bahía de la Habana, tiene que haber sido en 1964. Cuando un guardia me prestó, porque yo traté de averiguar, nadie por supuesto me explicó, él que entró en mi celda arrastrándose con una KLM…

 

1:40:49 - 1:46:01

Puede usted narrar como la detuvieron? Cómo terminó la fuga? - Bueno, llegaron por la puerta y por las ventanas enganchados los hombres. Era un piso enorme e arriba, era un penthouse. Llegaron por las ventanas, sacaron el alarma volándose todavía por la ventana, saqué una de las espadas y le dije: “Gira para atrás, entra por la puerta tranquilo o vas a ir pisos abajo, con la espada esta te voy a pinchar.” Bueno, me llevaron prisionera. Se llevaron a Pepín, Gisela ya estaba presa, Luis Perez Perdomo al final le dieron una salida por Costa Rica. Murió en Costa Rica. No sé de la vida de Pepín. Me imagino que todos ellos eran en desgracia.

Después de la captura…la bobería de los interrogatorios, la amenaza, es lo que estaba contando del individuo este de seguridad que trató hacerse guapo conmigo y yo me hice la que estaba temblando y cuando sacó el arma, yo saqué un chanfle que tenía, el cristal del escritorio, y le dije: “Ahora vamos a escribir la historia tú y yo. Tú me vas a dar el tiro pero tu no vas a llegar vivo al femeria de que aquí pero van a escribirte novelas de heroísmo, van a escribirte novelas y episodios, van a hacerte una estatua y vas a ser un héroe de la revolución.” Me entregó el arma, se rodillo en el piso, me suplicó, lloró…me dio tanto asco que empujé la puerta y salí. Los guardias salieron corriendo detrás de mi. Debido a que en seguridad la gente se mueve nada más que con pitasos de manera que no se encuentre un prisionero con el otro, en la esquina choqué con un hombre, un negro y le pedí disculpa porque el hombre no tenía la culpa. Me dijo: “Y tú? Quién eres?” Yo le dije: “Una prisionera fugada.” Y me dijo: “Yo soy un ex-teniente del ejército rebelde.” Él vino y le dije: “Mi hijo tira, si tiras, me vas a ahorrar todas las torturas que me faltan para seguir diciendo, hasta que me muera, que las armar las recopilé yo, las conseguí yo, las guardé yo para matar al hijo de puta de Fidel Castro.” Al sol de hoy todavía lo único que siento es que se me olvidó preguntarle su nombre.  En la emoción que me dio de que hubiera todavía gente peleando por la libertad de Cuba, se me olvidó preguntarle el nombre, no sé su nombre. Sé que lo tuvieron que matar y lo mataron y no sé su nombre. Choqué con él en un pasillo de seguridad de Villa Marista.

 

1:46:02 - 1:47:42

Caminando por la calles de Havana vieja, media perdida que no sabía donde estaba. Lo que yo quería era coger el centro porque las afueras están siempre más solitarias y alguien podía pararme a preguntarme por el carnet de identidad. Yo traté de que alguien me dijera como cogía en centro de la ciudad y Margarita me dijo: “Mira, vamos a preguntarle al Ruso ese que viene allí a ver si sabe donde estamos.” El vino y dijo: “Ruso no, yo soy de la república ocupada por los soviéticos en Checoslovaquia.” Eso fue en la primera huida.

 

1:47:43 - 1:53:20

Uno decide una huelga de hambre cuando ya no quedan más recursos porque la huelga de hambre siempre suicida. Tú sabes que no puedes ceder frente al enemigo, si cedes la primera vez ya no tienes forma de girar atrás. Cuando tú decides una huelga de hambre es que no tienes otra opción. No te queda dentro de las posibilidades de pelear la situación de cambiarla, de protestar. Dentro de la protesta ya no tienes ninguna posibilidad. Es cuando decides una huelga de hambre. Siempre la huelga de hambre es bastante mortal porque ellos siempre te quitan el agua y la falta de comida no te implica demasiado para tu organismo pero la falta de agua te mata neuronas. Cada hora sin absolutamente ninguna agua en un clima caliente donde estás sudando constantemente significa millones de neuronas que están muriendo. Sabes que estás trabajando contra tu celebro, estás condenando tu celebro a morir pero no tienes otra opción. No hay forma de comunicarte, no hay forma de que la protesta llegue a alguna parte, estás aislado, no tienes comunicación con tu familia, con el resto de los prisioneros..no te queda otra opción que decir: “Bueno, te voy a quitar las posibilidades de que me sigas torturando. Para que ya no me tortures más, voy a decidir mi propia muerte.” Es la huelga de hambre, la decisión de tu propia muerte. No es fácil. Yo recuerdo la ocasión en que estuve más tiempo sin agua y sin ninguna posibilidad de conseguirla, me di cuenta que tenía una alucinación porque comencé a ver la jarra de agua en la celda y la vi volando delante de mi. Me dije: “Estás teniendo una alucinación.” Número uno - las jarras no vuelan. Número dos - estas jarras no tienen alitas. Le salieron inmediatamente dos alitas blancas pequeñitas a las jarras y comencé a sentir el sonido de las alas cuando movían para mover la jarra. Dije: “Estás esquizofrénica porque tienes alucinaciones auditivas y visuales .” Esto es esquizofrénica así que no prestas atención, estás teniendo una alucinación por falta de agua. Las jarras no vuelan. No sé lo que pasó. Me imagino que salté y me di contra almo porque amanecí en el piso. Había médico y había una ambulancia y me dijeron que me iban a trasladar. Fue cuando supe que algo había pasado. Cuando me pongo a pensar como fue que alguien se enteró de que yo perdí el conocimiento. No lo sé. Si había escucha, si había cámara…no lo sé. Sé que les dije que no, que me dejaran morir tranquila que yo no iba a ceder en la huelga y que dejarme trasladar al hospital era ceder en la huelga. Entonces me dieron agua y después decidieron sacarnos a todos.

 

1:53:21 - 1:59:20

Cuando ya no te quedan más remedios, viene la huelga de hambre, mejor me voy a morir. Te llevan de castigo a castigo y todo lo que quieran es que tu cedas en tu posición. Te vas para reducación o te vamos a no se qué..simplemente no voy a ir a la reducación. Yo creo que son los soviéticos que traen su experiencia con respecto a las huelgas y describen en detalles lo que pasa en el ser humano que va deteriorándose primero antes de que ceda ya una cosa definitiva. Yo me recuerdo, que yo, por ejemplo, en los interrogatorios yo usaba ese mecanismo - yo les decía: “Mira, yo sé que el mundo (perdona la frase pero así fue como les decía) se limpia el culo con las prisiones de Cuba. Yo sé que Naciones Unidas a ustedes no aplauden por lo bueno que son y por el pueblo como lo tienen de bueno y como las cosas buenas que están haciendo. Pero te voy a dar una información que tú no tienes. Yo era estudiante de medicina, a la gente no le interesa que yo muera, pero el mundo capitalista no sabe como defenderse contra ustedes porque ustedes usan la democracia para deteriorar la democracia. Como ellos no saben, entonces cuando yo me muera, voy a salir en las conferencias médica - van a hablar de cualquier cosa hasta de las pulgas y la transmisión de enfermedades por las pulgas y van a decir: “Ana Lazara Rodriguez murió en una prisión de Cuba en huelga de hambre.” Te voy a joder hasta la eternidad. No porque ellos me quieran a mi, para nada, ellos se limpian el culo conmigo pero me van a glorificar en cuando me muera para poder hablar contra ustedes porque no saben como hablar contra ustedes.” Eso me resultó, lo recuerdo en seguridad del estado, que a todo el mundo le mandaban para la celda de castigo que era un lugar sin baño donde la gente tenía que suplicar para que las llevaran al baño y donde la gente pierde la noción del tiempo porque los mismos te traen el almuerzo y la comida muy cerca, que se demora un día entero para que la gente pierda la noción del tiempo. Yo en los interrogatorios decía: “Estoy portándome mal, única y exclusivamente porque mi sueño dorado es una celda solitaria en seguridad de estado. Nunca jamás te voy a pedir ir a orinar ni ir a cagar, voy a cagar y orinar en la celda y te voy a manchar la pared hasta que haya dos pulgadas de mierda incrustadas en esa pared y eso no lo saca nadie más nunca. Van a tener que tumbar la pared así que por favor, llévame a la celda de castigo para cumplirlo.” Es como una fantasía que yo tengo en mi cabeza. Estoy loca por joder a seguridad de estado y por llenar la pared de mierda. Nunca me llevaron, jamás me llevaron a la celda de castigo en la seguridad de estado. Yo inundé seguridad del estado. El agua que yo boté en la celda llegó abajo, las alfombras se engordaron. Los guardias se enteraron cuando se les mojaron las chancletas. No obedecía jamás a mi número, yo nunca acepté. Me tenían que llamar por mi nombre y nunca me llevaron al castigo. Yo insistía de que mi sueño dorado era cagar e orinar en la celda solitaria.

 

1:59:21 - 2:08:00

Mi excarcelación fue cuando Jimmy Carter trató de levantar el embargo a Cuba y comenzaron las negociaciones. Desde el año 1967 estaba programado por seguridad del estado cubano que iba a haber en un momento determinado un presidente que iba a levantar el embargo. Lo sé por los interrogatorios y lo que logré sacar en conclusión porque cuando tú tienes interrogatorio con gente ignorante, tú logras sacar la información tratando de hacerte estúpida. Yo logré sacar información así sin problemas. Cuando Carter hizo todo lo posible para levantar al embargo a Cuba y comenzar a hacer relaciones normales, se enteró que habían 100 000 tropas cubanas en Angola. Había un submarino, que todavía no se sabe de que país es, frente las cosas de Sudáfrica, se hundió que llevaba 10 000 hombres y armamento para Angola. Era un escándalo internacional. Carter se enojó con Fidel, le dijo que iban a parar las negociaciones y Fidel se le adelantó y le dijo que le iban a mandar para aquí, como señal de buena voluntad, los prisiones pero ya ellos llevaban un tiempo sacando a los prisioneros que estaban peor de salud para la calle y tenían programada la cantidad - que después declararon - había más de 50 000 prisiones, ellos declararon que había 3 000 prisioneros y eso fue la cantidad que vino para aquí, para Estados Unidos, a través de los trece indultos que dio el gobierno cubano. Yo me enteré tres años antes. Estaba un día - yo me parraba arriba del baño para escuchar la ventanita allí arriba donde estaba la apertura porque estaba allí ellos entrenando. Había un campamento militar cerca de la prisión y yo escuchaba los distintos eslogan que utilizaban para entrenar a esos guerilleros. Gracias a eso yo sabía en que país Cuba estaba interviniendo. Era en cárcel América Libre. Después le pusieron Monte Negro, llevaba 5 años aislada allí. Llevamos 5 años en total. Desde allí no se veía nada. Lo que se veía era una parte del camino que llevaba al comedor. Todo tenía rejas. Pero oía el entrenamiento. Las pies se me cansaban por la cantidad de mosquitos que me picaban, decidí ir para mi cama un rato. Como las literas son muy estrechas, me senté en posición de Buda para poder rascarme las piernas y vi a mi papa enfrente de mi. Mi papa murió en 1965 y me dijo: “Vamos!” Y yo le dije: “Pero vamos a donde?” Yo le señalé con mi mente la reja y la segunda reja con tres puertas, no era posible. Pero el me dijo: “Te estoy diciendo vamos. Vienes o no?” Todo fue con la mente, no fue con la boca. Y yo le dije: “Vamos.” Cuando salimos, yo me di cuenta que habíamos viajado en el tiempo porque el automóvil donde íbamos, no cogía bache. Viajaba pero no cogía bache. La única pregunta que le hice fue, él estaba sentado atrás y yo adelante, le dije: “En el lugar donde estás, estás feliz?” Y me dijo: “Muy feliz.” Llegamos a un terreno yermo y me dijo: “Presta atención! Sabes quienes están allí?” Le dije: “Sí, como 200 prisioneras que ya salieron de prisión y están allí.” Y me dijo: “Olvídate de todas ellas. Mira la primera taquilla (era como si fuera un parque de diversión) - quién está en la primera taquilla?” Le dije: “Paulina Grau.” Era la sobrina de Grausa Martin, yo creía que todavía estaba en la prisión, o sea estaba allí, y me dijo: “Fíjate, va a pasar mucho tiempo, vas a coger golpes, huelgas de hambre, castigos, vas a pasar tanto que esto se te va a olvidar, se te va a olvidar la conversación pero la señal es Paulina. Paulina va a salir del país sin haber firmado nada con los norteamericanos. Después que Paulina salga, es la señal “van a comenzar a soltar prisiones para Estados Unidos” y te vas a ir. Pero va a pasar mucho tiempo y tu nombre es el último nombre en el último indulto en la lista oficial cubana.” Mi nombre es el último nombre en el último indulto que fue el número 13. En el año 1980.

 

2:08:01 - 2:10:20

Como fue la salida de la prisión? - Bueno, fue devastador. Cuando el avión se levantó y yo pude ver la isla de Cuba, sabía que la veía por última vez porque yo sabía que no tenía regreso porque incluso si Cuba se libera de comunismo, no será la Cuba que yo conocí. La gente no tiene los valores que tenían los cubanos antes. O sea yo sé que el sacrificio no es inútil, sé que en el futuro cuando ya ninguno de nosotros este vivo, eso va a servir para otras generaciones pero las que están ya…no hay nada que hacer porque están degradados ya. Los que no lo están, están muriendo lentamente porque es lo único que ellos pueden admitir. La limpieza, los principios, el real patriotismo…Cuba va a ser algún día libre pero yo no tengo regreso.

 

2:10:21 - final

Puede repetir la experiencia, la vivencia con el jefe de las cárceles que se volvió loco? - Manolo Martínez venía de una experiencia republicana, de una experiencia de lucha en la familia comunista en España. El vivía en Cuba hacía años, emigró a Cuba para escaparse supuestamente de “la libertad” en España. Manolo no pudo tolerar porque realmente parece que era un idealista, no pudo tolerar el enfrentamiento entre la realidad, de lo que era el comunismo, y la idea, de lo que el creía que era el comunismo. Su cargo era jefe nacional de prisiones en Cuba, de todas las prisiones. Manolo trató de dar todos los castigos posibles para tratar de obligarnos. Una vez quiso desmembrar el pabellón y hacer traslado de manera que rompiera la unidad que teníamos. Como nos negamos al traslado, nos mandaron para la tapiada. Estuvimos unos meses en condiciones…no te habías lavado la cabeza en meses. Yo tenía pelo muy largo. El piso todavía tenía cierta cantidad de cemento, por lo tanto cuando sudaba el pelo se volvía…nunca logré de lavármelo y quitarle los pedazos de cemento y me lo tuve que cortar. Cuando nos sacaron de la tapiada, estaba Manolo y estábamos reunidas todas las mujeres allí en el comedor. Y dijo: “Ahora, voy a empezar a leer la lista de las que van trasladadas.” Y yo le dije: “Manolo, no empezamos la tapiada por el problema del traslado? No voy a trasladarme.” Me dijo: “ Si no te trasladas, vas otra vez para la tapiada.” Le dije: “Entonces voy para la tapiada.” En eso me metió una radamato (??) en la boca y me dijo: “Estás nerviosa, esto viene de los nervios malos! Traga!” Me lo saqué, se lo metí en la boca y le dije: “Manolo, él que está mal de los nervios eres tú! Traga!” Y se tragó el radamato. Manolo a la larga un día apareció vestido a civil. Hacía meses que no lo veíamos. Dijo que lo habían confinado en un hospital psiquiátrico, parece que había muchos de ellos locos o que declaraban locos los que dejaban de estar con la revolución y los metían allí. Fue la última vez que lo vi.

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