Sebastián Arcos Cazabón

* 1961

  • En ese año, en marzo, el día 8 de marzo del año 1990, el gobierno cubano organizó un llamado acto de repudio masivo en mi casa en las afueras de La Habana. Mientras se reunían en mi casa un grupo de líderes de este naciente movimiento de Derechos Humanos con la intención de coordinar y unificar la labor de los distintos grupos que en aquella época eran apenas cuatro organizaciones diferentes. La idea era coordinar las acciones de estas cuatro organizaciones. El gobierno cubano organizó un acto de repudio masivo, miles de personas fueron a este acto, fueron obligadas a asistir en este acto de repudio. Se trajeron estudiantes de las escuelas vecinas, se trajeron miembros de brigadas de construcción que estaban en los barrios vecinos con guaguas, atacaron mi casa, rompieron ventanas, rompieron la puerta de entrada, destruyeron el jardín, del frente de la casa. Ese acto de repudio duró bastante más de doce horas.

  • Había muchísimos, había decenas de miles de presos políticos en las cárceles cubanas en aquellos años sesenta y setenta y esto es algo que es confirmado por cierto personalmente por Fidel Castro en un libro que yo leí hace poco, donde Fidel habla de que iba a liberar alrededor de cuatro mil presos políticos en el año 1978, y Fidel Castro se refiere a esta cifra de cuatro mil como apenas el 20 por ciento de los presos que ellos habían llegado a tener en las cárceles en Cuba en un momento determinado lo cual demuestra que la cantidad llegó a ser enorme. En aquellos años las prisiones en Cuba eran terribles. Las golpizas eran diarias, los presos vivían hacinados, unos encima de otros, en condiciones higiénicas terribles. Huber Matos, otro de los presos históricos, cuenta como su celda estaba en un lugar donde había una tubería del alcantarillado abierta, de manera que la peste, la podredumbre, las ratas eran cosas con las que él tenía que vivir todos los días. Muchos presos fueron asesinados en esas condiciones.

  • Es muy interesante y vale la pena recordar, por ejemplo, la mayoría de mis antiguos compañeros de barrio, mis antiguos amigos de la infancia no me hablaban. En el caso de algunos de ellos cambiaban de acera cuando tenían que cruzarse conmigo precisamente para evitar la necesidad de cruzar palabra conmigo. Yo vivía esencialmente como un ermitaño, yo, mi abuela, mis libros, y unos cuantos amigos que fueron la excepción de la regla y que vale la pena recordar, que nunca se dejaron intimidar por el régimen y continuaron siendo mis amigos, y continuaron hablando conmigo, aunque evitaban lógicamente y eso es algo que yo entendía perfectamente bien... evitaban visitarme en mi casa, porque ya eso era quizás demasiado riesgo para ellos. Me pasó también con miembros de mi familia. Varios de mis primos, primos hermanos con los que yo había crecido simplemente dejaron de comunicarse conmigo y en un par de ocasiones que tropezamos en la calle por casualidad simplemente me ignoraron, como si yo fuera un desconocido. Me enteré también a través de otras amistades que algunos de mis familiares habían hecho declaraciones públicas en sus centros de trabajo o en sus colegios de que nosotros eramos traidores y que ellos no tenían una relación familiar conmigo o con mi hermana por ejemplo, antes de que mi hermana saliera. Esa era la vida diaria que yo tuve que enfrentar cuando salí de la cárcel. No encontraba trabajo. No podía regresar a la Universidad de La Habana porque había sido expulsado deshonrosamente de la Universidad de La Habana por contrarrevolucionario y por lo tanto no podía regresar. Tenía que mantenerme de alguna manera y no me quedó más remedio que vender pieza a pieza todos los muebles que habían dejado mis abuelos y mis padres... mi madre, cuando se fue de Cuba. Y poco a poco fui vendiendo casi todas las piezas de los muebles de mi casa.

  • La Escuela Vocacional de Lenin tenía casi 5000 estudiantes que vivían en la escuela de domingo a sábado. Yo crecí los seis años de mi secundaria básica y preuniversitario estando fuera de mi casa seis días de la semana y compartiendo con mis padres, con mi familia, solamente apenas 24 horas durante esos seis años. Eso era parte del adoctrinamiento del estado. Separar a los hijos de las familias de manera que los hijos pudieran ser adoctrinados independientemente de cómo pensaba la familia. Ya yo era un poco más grande y podía ver más claramente la manera en cual funcionaba el adoctrinamiento. Por ejemplo el expediente escolar era un tema importante, que descubrimos estando ya en la Vocacional Lenin, donde se anotaba cuidadosamente todo lo que era concerniente a la vida de estudiante, y se hacían entrevistas personales con los estudiantes. Se les hacían preguntas por ejemplo como estas: ¿En su casa hay alguien que reza a Dios? ¿O en su casa hay alguien que va a la iglesia, o en su casa hay imágenes religiosas en las paredes? ¿O tiene usted familiares residiendo en el extranjero? ¿Quiénes son? ¿Recibe usted llamadas por teléfono o correspondencia de estos familiares que están viviendo en el extranjero? Y por supuesto uno es niño, uno no entiende por qué se le hacen estas preguntas, pero en la medida en que ibamos creciendo nos dábamos cuenta de que la intención era controlar a cada familia a través de los hijos que estaban siendo educados y adoctrinados por la revolución cubana, por el régimen.

  • Me habló entonces (el oficial de la seguridad) de las cosas que habían confiscado de mi casa el día de registro cuando arrestaron a mi padre, en la noche del 15 de enero del año 1992 y yo le pregunté específicamente por una máquina de escribir, en mi casa había una vieja máquina de escribir Olympus que era la que usábamos para hacer los informes metalografiados de violaciones de Derechos Humanos y este señor me dijo que la máquina estaba bajo investigación y que no me iban a devolver la máquina por el momento y yo le dije: ¿Está bajo la investigación la máquina de escribir porque ustedes quieren saber si esa es la máquina que se usa para hacer los informes de Derechos Humanos? Y me dijo: Sí, efectivamente. Le dije: Bueno, no hagan ninguna investigación. Yo le estoy confirmando que esta es la máquina efectivamente que se usa para hacer los informes de Derechos Humanos. Todo lo que nosotros hacemos es a cara descubierta. Aquí no hay nada de secreto. Nosotros nos oponemos a su forma de gobierno abiertamente porque creemos que es la mejor manera de hacerlo. Y no hay nada ilegal en lo que hacemos.

  • El día 31 de diciembre de 1981, la familia entera, mi padre, mi madre, mi hermana y yo, y mi tío Gustavo tratamos de salir ilegalmente del país por la zona de Celimar, al norte de La Habana. Nos estaba esperando un operativo de la seguridad del estado porque, después descubrimos que tanto el antiguo compañero de presidio de mi padre que puso el contacto con el pescador, como el pescador mismo estaban simplemente trabajando con la seguridad del estado con el interés de arrestar a mi tío Gustavo y a mi padre. Recuerden que ambos habían sido luchadores activos contra la dictadura de Batista y habían ocupado cargos importantes en el gobierno en los primeros años de la revolución. Desde el punto de vista simbólico aparentemente era importante para el régimen cubano poner a estos dos hombres en la cárcel. Mi madre y mi hermana, siendo mujeres, mi hermana siendo menor de edad, fueron liberadas a una semana después del arresto. En mi caso personal, tenía 20 años, aún no era mayor de edad, pero la decisión de la policía política era de dejarme junto con mi padre y con mi tío. Estuvimos casi tres meses en la sede de la policía política, de la seguridad del estado en La Habana, conocida como Villa Marista, y de allí fuimos enviados al Combinado del Este en La Habana, una prisión de alta seguridad. Fuimos juzgados varios meses después, nuestro abogado de defensa, que era un abogado de oficio que la familia había logrado conseguir, se fue de vacaciones precisamente la semana en que nos hicieron el juicio, casualmente, tuvimos entonces que usar un abogado de oficio que estaba presente en la corte en el momento que llegamos. El juicio fue obviamente una pantomima organizada por la policía política. Mi tío Gustavo fue condenado a siete años de prisión, mi padre fue condenado a seis años de prisión y yo fui condenado a un año de prisión por un intento de salida ilegal del país.

  • Celé nahrávky
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    Miami, 17.05.2017

    (audio)
    délka: 02:13:03
    nahrávka pořízena v rámci projektu Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation
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No pienso regresar a Cuba hasta que no pueda hacerlo como un hombre libre

Sebastián Arcos durante la entrevista en Miami, mayo 2017
Sebastián Arcos durante la entrevista en Miami, mayo 2017
zdroj: archivo de Post Bellum

Sebastián Arcos Cazabón nació en 1961 en La Habana en una familia profundamente revolucionaria. Muchos de sus familiares participaron en la lucha contra el régimen de Batista, su padre y su tío fueron unos de los más destacados de la lucha. Después de la victoria de la revolución de Fidel Castro, tanto su padre como su tío ocuparon puestos importantes en la administración, sin embargo, muy rápidamente se dieron cuenta del rumbo totalitario y comunista que fue introduciendo Fidel Castro y se opusieron contra esta tendencia, por lo que la familia tuvo que abandonar su posición y quedarse en la periferia de la sociedad. Sebastián estudió en la famosa Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin en las afueras de La Habana, escuela cuzo aprendizaje fue basado en el modelo del nuevo concepto revolucionario de la educación. Los resultados de Sebastián fueron muy buenos, sin embargo, se mostraba bastante apático a los asuntos revolucionarios. Empezó a estudiar Biología en la Universidad de La Habana, hasta que en el inicio de los años 80, su familia decidió salir de Cuba. Durante el intento de escapar por la vía marítima fueron arrestados y Sebastián junto con su padre y tío primero pasaron casi tres meses en la Villa Marista y posteriormente fueron condenados. La condena de Sebastián fue de un año y lo pasó encarcelado en la prisión del Combinado del Este. Después de la liberación, no podía continuar en la Universidad, le resultó muy difícil encontrar un trabajo y muchos amigos se distanciaron de él. Sebastián empezó a trabajar en la oposición denunciando las violaciones de los Derechos Humanos llegando estas denuncias hasta la Comisión de los Derechos Humanos en Ginebra. Debido a ello, sufrió mucha opresión por parte de la seguridad de estado, actos de repudio etc. Sin embargo, pudo salir de Cuba y actualmente reside en Florida, donde trabaja en la Universidad Internacional de Florida y continúa apoyando la oposición cubana denunciando los crímenes del régimen.