“Llegué a casa de Lázaro Expósito a las cinco y media de la tarde. Estaba abierta la puerta, pero toqué el timbre. Dos veces. Al momento me sale una señora bastante joven, le calculé aproximadamente 30 años. ‘Buenas tardes, estoy interesado en ver a Lázaro.’ Me dice: ‘Lázaro acaba de irse ahora mismo de aquí.’ – ‘No te pones brava si le espero aquí en frente de su casa?’ Me dice: ‘No, no, pero no sé cuánto tiempo va a demorar.’ Me paré en frente y a los 10 minutos llegó Lázaro en un carro muy lindo, con aire acondicionado y traía en la parte trasera a cuatro personas, tres hombres y una mujer. Todos se bajaron allí. Me acerco a Lázaro y le dijo: ‘Estoy interesadísimo en hablar.’ Las cuatro personas me rodearon. Era rodeado de escoltas que lo protegen y lo cuidan. Me dicen que no, que no me puede atender en este momento y que fuera el otro día a las ocho de la mañana. Así lo hice. // En el patio estaba sentado Lázaro con otro señor al lado que supongo era el custodio de él. Me senté enfrente a él y a su izquierda se sentó el señor que me alcanzó, su secretario personal. Le dije que iba a ser superclaro y que no iba a contar historias del trabajo y quién yo era. Simplemente le planteo mi problema, mi necesidad, que era que me autorizara ante el Banco Nacional de Cuba a que me otorgara un crédito bancario para resolver algunos de mis problemas. Cuando le dije esto, me respondió pero no se entendía nada. ‘Bzpsbzpsbzps.’ Miro hacia el secretario personal que está a mi derecha. Se encoge de hombros y me dice: ‘Imagínate, él está enfermo.’ Pero no ha terminado de decirme esto y Lázaro comienza hablar con la persona que tiene a su derecha, debe ser su custodio. Era un segundo mensaje para mí. ‘¿Ves a esta puerta? Allí hay leche, hay chocolate, hay queso, hay jamón y mantequilla. Desayuna y come todo lo que desees.’ Así de claro como lo estoy pronunciando. Sin embargo, cuando se dirigió a mí, yo no entendí ni una vocal. ‘Bzpsbzps’. No hubo vocales, no entendí nada. Había dos mensajes para mí. Un primer mensaje: siempre que vengas para mí, no me vas a entender, a ti no tengo nada que decirte, así que aquí no vengas más. Y un segundo mensaje: soy superpoderoso, tengo leche, chocolate, jamón, queso, mantequilla, lo que me dé la gana. Pero para ti no hay nada.”
“Comencé como ingeniero electrónico yo creo que nunca. Estuve como ingeniero electrónico tres años en las Fuerzas Armadas en contra de mi voluntad, esto fue impuesto. De ahí vengo para Santiago. Bueno, primero, antes de salir del Ejército, nos reúnen en un teatro en Holguín. Preguntaron que quiénes fueron los periodistas y abogados. A todos les garantizaron una plaza en turismo, en el año 1993 comenzó el turismo en Cuba. A todos los abogados y periodistas les garantizaron trabajo en el turismo. A las demás especialidades: ‘vayan para sus respectivas provincias para que les den ubicación. Si no hay ubicación, les van a dar 100 pesos de mantención mensual o pueden matricular otra carrera universitaria con 120 pesos de estipendio.’ ¿Cómo yo, acabado de graduarme, con tres hijos en 1992 voy a aceptar 120 pesos y estudiar una nueva carrera? Acabado de graduarme y con tres hijos… en pleno Período Especial… estar de acuerdo con 100 pesos de salario mensual. Esto no alcanzaba ni para comprar el pan diario.”
“Bueno, hasta antes del año 1989 era un nivel de vida medio. No era ni bueno, ni era malo. Mi papá devengaba 346 pesos que en esos años era dinero. O sea, no nos permitía comprarnos ropa todos los meses ni cada dos o tres meses. Entonces yo heredaba la ropa de mi hermano mayor y el más chiquito lo heredaba de mí. Sin embargo, en la casa se comía bien, principalmente los domingos. Hace treinta, cuarenta años atrás, hasta la carne de res venía cada ocho, nueve días. El cebo estaba a precio irrisorio a como está ahora. O sea, uno lo tenía más garantizado. En los centros gastronómicos, en las cafeterías uno encontraba bocadito de queso crema, yogur… Ahora uno no encuentra nada. La miseria es espantosa. Los niños de ahora, las nuevas generaciones, no tienen la menor idea de cómo realmente debe vivir una persona. La mayoría de personas vivimos en una pobreza extrema, da asco y vergüenza decirlo.”
El diploma no me sirve ni para ir al baño, es un papel bastante duro.
Roberto Govea Pino nació el 11 de septiembre de 1966 en Santiago de Cuba. No obstante, pudo haber nacido también en Venezuela, ya que su padre fue un reconocido técnico eléctrico y al principio de los años 60 le ofrecieron un puesto en el país sudamericano. El padre de Roberto rechazó esta oferta y se fue a vivir y a trabajar a la segunda ciudad más importante de Cuba. Siendo un técnico muy hábil empezó a poner en funcionamiento varias fábricas de carácter diverso y junto con su esposa tuvo a tres hijos y una hija. La familia vivía en el barrio Vista Alegre. Siendo una ama de casa, la madre de Roberto tuvo un papel esencial en lo que fue la educación del chico. El padre fue más bien un señor reservado. De los cuatro hermanos, uno falleció por una enfermedad en 2012 en África, donde cumplía una misión internacionalista. Desde muy pequeño, Roberto siempre ha sido un niño curioso y tuvo buenos resultados en las escuelas. Gracias a ello pudo matricularse en la Universidad Central de Las Villas, donde estudió Ingeniería Electrónica. Allí se encontró con el actual presidente cubano Miguel Díaz-Canel. Roberto tiene una teoría basada en lo que se cuenta en Santa Clara y en las rápidas promociones de Díaz-Canel – cree que el político es hijo de Fidel Castro… En el principio de los años 90, el diploma universitario no le ayudaba para encontrar un buen puesto de trabajo. Una vez cumplido el Servicio Militar, pasó varios meses buscando un empleo hasta terminar como un reparador de dispositivos electrónicos. Con el tiempo aprendió como ganar por lo menos algo de dinero construyendo convertidores de voltaje. Así pudo asegurar lo más básico tanto para su familia como para los demás familiares. Hoy en día, Roberto vive solo en una casa humilde y lucha cada día por su sobrevivencia. En la calle lo conocen como vendedor de jabón y cigarrillos. Dice, que el diploma universitario no le sirve ni para ir al baño. En varias ocasiones comunicó con altos funcionarios del Partido Comunista en Santiago de Cuba. Se entrevistó en persona con el antiguo Primer Secretario del PCC en la provincia, Lázaro Expósito Canto.