“Claro que son unos rabiosos, te han engañado, te han manipulado, te han limitado toda tu libertad, tienen a tu gente retenida, les están haciendo exactamente lo mismo que a ti, encima, no te dejan quejarte. Si te vas y te quejas eres un enemigo, un gusano, un apátrida, eres lo peor. Encima, no te dejan volver. Te chantajean y te sacan dinero para que los tuyos no estén tan mal como estuviste tú”.
“España ha sido eso, ha sido la posibilidad de madurar. Yo había madurado mucho en Cuba porque nunca fui una niña protegida, ni privilegiada, desde el punto de vista de que no tuviera que trabajar, pero España ha sido un impacto mucho más grande porque estamos hablando de hacer todo eso sin una comunidad que te proteja, hacer todo eso en una cultura que no es la tuya, tener que generar nuevos amigos y nuevas relaciones para sobrevivir, empezar a hacer cosas nuevas con mas de 30 años se las trae. Renovarte, reinventarte varias veces, el inmigrante se está renovando todo el tiempo”.
“Durante demasiados años se vivió sin pensar un país, o sea, el país está, yo hago lo que me venga dado, voy sorteando. Hoy piensan una cosa los de arriba, y mañana veo cómo sorteo lo que ellos han pensado. Pero yo no pienso un país. No pienso cómo puede ser mejor, no pienso en cómo contribuir para que sea un mejor sitio. Yo me acostumbro y fluyo dentro de lo que deciden otros. Quienes pensaban el país durante todos esos años eran los que estaban fuera”.
“Hay una serie de condicionantes ideológicas y políticas que te van creando no como una persona con la capacidad de decidir sobre tu propia vida, sino como una persona con la capacidad de obedecer a las personas que deciden sobre tu vida. Y cuando no obedeces, pues hay un castigo, y, por supuesto, nadie quiere recibir el castigo. Y ahí viene la otra parte, que es la de la autocensura. La de que tú sabes que hay un castigo, sabes que hay un pack ideológico, y, aunque no confíes ni creas en el pack ideológico, lo cumples, porque no quieres recibir el castigo, porque sabes ya, de manera oportunista, desde una doble moral tremenda, que, si tú dices lo que quieren oír, pues vas a recibir un premio, y si no dices lo que ellos quieren oír, pues te va a tocar un castigo. Y así empiezas a funcionar desde que res un niño con el primer poema en el matutino, la primera marcha a la que hay que ir, lo primero que hay que gritar, la primera banderita que hay que subir para ganarte el derecho a ser el más integral y tener una carrera, que no te bajen en el escalafón, estar entre los mejores… que no te rechacen, que no te hagan bullyng público desde los propios maestros, y empiezas a hacer todo eso, y llega el momento en que ya con 15 años estás funcionando igual”.
“Mis abuelos, yo llegaba de la escuela, y me mandaban a jugar. Se ponían de acuerdo todos los del barrio y nos mandaban a jugar con las demás amiguitas. Y después nos llamaban a comer a todos a la vez. «Oye, dale, se acabó el juego, a comer». Recuerdo que, a partir de ese tiempo dejé de comer con mis abuelos en la misma mesa. Yo comía después de jugar. Y ya mis abuelos habían comido. Y hubo un día en que entré, no se me olvida, y veo a mi abuelo comiendo boniato, solo, sin más nada, y después a mí me sirvieron huevo con dos o tres cosas, o sea, el huevo que había era para mí. Y yo pregunté, lo normal, por qué abuelo había comido algo distinto y abuelo lo que me dijo fue que le encantaba el boniato porque eso era bueno para el pelo y no sé qué, otro cuento más. Fue percatarme y empezar a sospechar e indagar de que comía antes de mí para que yo no viera la diferencia de lo que comíamos”.
Según ellos, ser revolucionario no tiene nada que ver con revolucionar, cambiar, cuestionar, criticar el estatus quo en el que tú vives, no, tiene que ver con cumplir órdenes.
Massiel Rubio Hernández nace en La Habana, Cuba, el día 14 de septiembre de 1985, a los dos años de edad es llevada a Jaruco, pueblo de antigua provincia Habana, actual Mayabeque, donde es criada por sus abuelos paternos, con pocos recursos y una pensión que sería el equivalente a diez euros en España. Vive su niñez durante los años del Período Especial. Estudió en la Escuela de Instructores de Arte como parte de la Batalla de Ideas desde los 14 años hasta los 18, al graduarse comenzó su servicio social y se incorporó a estudiar su licenciatura en la Universidad de la Habana, en la Facultad de Artes y Letras, de la carrera de Sociocultura, se graduó de ella seis años después e inmediatamente aprueba para entrar al Instituto Superior de Arte para estudiar la especialidad de Dramaturgia, de la que se gradúa cinco años más tarde. Trabajó durante todos estos años de estudio como actriz y profesora. Posteriormente, ante la crisis y subida de precios se dedica también a vender mercancía en bolsa negra y ser asistente de materiales audiovisuales. Comienza a trabajar poco antes de salir de Cuba como gestora y correctora editorial para una editorial española, empleo que mantiene hoy. Emigra a España cuando contaba con treinta y dos años, y desde ahí hace un trabajo de activismo en contra del Gobierno de la isla tanto en presencia como desde sus redes sociales. En el año 2021 crea un corredor humanitario para mandar medicamentos e insumos médicos a ciudadanos cubanos enfermos.