“Siempre fui creyente. Creo que en los momentos más difíciles de mi vida y he tenido cuantos, haber creído en Dios ha sido lo que me ha logrado sobreponerme a esos momentos. Soy una persona con muchas imperfecciones. Probablemente uno de los más pecadores del mundo, sino el más pecador. Pero soy muy agradecido a Dios que me ha dado la oportunidad de tener mucha experiencia, de conocer mucha gente limpia. También de conocer gente mala pero que no ha permitido odiar. Lo que hago y lo que haré es por amor siempre. Creo en tender puentes. Para mí tiene mucho más mérito convencer que vencer porque vencer es un acto de fuerza y convencer es un acto de dignidad. Así que sí creo y orgullosamente digo que sin Dios no hubiera podido sobrevivir hasta el punto de que lo he hecho por el dolor tan grande que tiene el corazón del desterrado que ama a su gente y que ha visto tan despiadadamente destruir su país.”
“Seguimos viviendo allí. Mi madre en una casita, mi abuela en la otra. Hasta que un día llegaron unos rebeldes con una carta en la mano para intervenir aquella pequeña casita. Y se encontraron con mi abuelita que nunca fue revolucionaria ni nunca fue batistiana, simplemente era una campesina pobre, humilde que vivía, vivíamos de lo que daba nuestro sembradillo y lo que daba una vaca galana que teníamos, etc. No poseíamos extensión de terrenos, ni mucho menos. Pero en la casita aquella que se le habían dado a mi mamá y a mi abuelita cuando los dueños se habían ido al exilio, producto del régimen de los hermanos Castro. Aquellos milicianos venían con la encomienda de que mi abuelita y mi madre se fueran y buscaran algún lugar donde vivir. Porque supuestamente en el lugar donde estaban aquellas humildes chozas iban a construir la escuela técnica industrial Reinaldo Galarraga Suárez. Colocaron un gran cartelón a la entrada: ‘Aquí se construye la escuela técnica industrial Reinaldo Galarraga Suárez’ cual duró por lo menos veinte años allí, según me dicen las personas. Yo después me fui al exilio. Y la escuela Reinaldo Galarraga Suárez nunca se construyó. Pero todo el que pasaba por la carretera central aseguraba que allí la Revolución estaba haciendo una escuela. Eso sucedía en muchos otros lugares. Desde el principio todo era dar una imagen de algo que no era verdad. Y así escuchamos los disparos en las canteras a la lejanía de las personas que estaban siendo fusiladas. Recuerdo que una vez estábamos en una casa de madera que tenía dos pisos y yo sentía aquellas detonaciones de los fusiles.”
“Llevo casi cincuenta años luchando por la libertad de mi país. He visto como de casi manera científica el régimen de Cuba ha destruido la autoestima del ciudadano cubano para poderlo controlar. He visto como aquel cubano que era rebelde y resistía se ha convertido en una persona temerosa que busca escapar en lugar de resistir. El miedo ha sido el elemento fundamental que ha sido insertado de manera casi metódica, casi científica en la fibra social cubana para destruir esa autoestima y someter al cubano a los designios de las personas que mandan en Cuba, de la familia Castro y sus seguidores. Por lo tanto, uno de los trabajos que hay que hacer es revertir ese proceso, reacondicionar, reconstituir el espíritu de la resistencia del cubano y su autoestima. Que se sienta que él vale mucho, que él no es simplemente un ente desechable – como el régimen de Cuba hace sentir al que no le respalda decididamente. Eso es un proceso. Por eso vemos que en muchos lugares del mundo las personas se rebelan, ahora mismo en Venezuela personas se están rebelando y la gente dice: ¿Por qué no pase en Cuba? Sí pasó en Cuba. Pero miles y miles fueron fusilados, fueron torturados, fueron asesinados extrajudicialmente. Veinte por ciento de la población tuvo que salir en destierro huyendo de ese régimen. Un cuarto de millón de personas pasó por las cárceles de Cuba y todavía el cubano sigue luchando. El movimiento disidente opositor dentro de Cuba, aunque pequeño porque hay mucho rigor de la represión de ese régimen y sigue luchando por una Cuba libre. Y mientras esa llama queda allí, hay una posibilidad que, en cualquier momento donde la indignación puede más que el miedo, en Cuba se prenda ese fuego de dignidad humana y va a arrasar con esta dictadura.”
Ramón Saúl Sánchez nació el 1 de septiembre de 1954 en una familia cubana humilde en la provincia de Matanzas. A los doce años, sus padres lo enviaron a los Estados Unidos para evitar el servicio militar obligatorio. A los quince años, se unió en Miami al grupo radical de resistencia Alpha 66. Posteriormente, pasó a otras organizaciones que se preparaban para la lucha armada contra el régimen de Fidel Castro en su país natal. En 1982, se negó a testificar ante un tribunal estadounidense en relación con los atentados terroristas de exiliados cubanos. Por desacato al tribunal, pasó cuatro años y medio en prisión. Tras su liberación, se convirtió en organizador de la resistencia no violenta contra el gobierno cubano y de campañas para ayudar a los refugiados. Actualmente, vive en Miami.
