La educación en Cuba no es gratuita en realidad. Se paga con el silencio y con la complicidad.
Carolina Barrero nació en el año 1986 en La Habana en el barrio de El Vedado. Su padre emigró de Cuba a México cuando tenía apenas un año, su madre decidió irse de la isla y emigrar a Venezuela cuando Carolina tenía seis. Carolina fue criada por sus abuelos, quienes le contaban historias de las Guerras de la Independencia, le inculcaban el amor por Cuba y por la libertad. Carolina vivió el Periodo Especial en una especie de burbuja protectora, gracias al apoyo financiero de sus papás desde el extranjero. La primaria tanto como la secundaria, Carolina las cursó en El Vedado y posteriormente concluyó el bachillerato en 2004. A pesar de sus opiniones contra el régimen que Carolina expresaba abiertamente en las clases, logró entrar en la Universidad de La Habana. Primero empezó a cursar la carrera de Física, la cual en el 2008 la cambió por la Historia del Arte, de la cual se graduó en el 2013. Sus abuelos murieron cuando Carolina tenía apenas 18 años, y se quedó sola en la casa en El Vedado, transformándola en un lugar de encuentro y tertulias de su generación, cuyos participantes se convirtieron en personas de renombre en el ambiente de arte independiente, fundadores de revistas y miembros de grupos activistas como San Isidro o 27N. Después de haber concluido la carrera de Historia del Arte, Carolina quiso seguir en la universidad fungiendo de profesora, pero su perfil político se lo impidió y el régimen la transfirió al Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, donde intentó reunir a artistas jóvenes para que hicieran lazos y pudieran participar en la Bienal de La Habana. Sin embargo, Showroom, como se llamaba este intento, fue censurado apenas después de su primer encuentro. Sin haber concluido su Servicio Social dentro del Centro Wilfredo Lam, logró recibir la aprobación del director de éste, y se fue de becada a estudiar una maestría a Madrid donde residió desde 2014 hasta 2020. Después de una serie de represiones en el transcurso del 2020 en contra de sus amigos y compañeros de múltiples grupos activistas, con San Isidro y Luis Manuel Otero Alcántara en primera línea, Carolina decidió volver a Cuba a finales del 2020. Para el aniversario del natalicio de José Martí, el día anterior de éste, el 27 de enero de 2021, intentaron distribuir un dibujo de Martí con su poema Dos Patrias, pero fueron detenidos y Carolina fue acusada por clandestinidad de impresos. Por su activa participación ciudadana y activismo por la liberación de presos políticos y otras causas, Carolina vivió todo el año 2021 bajo la mira de la Seguridad del Estado, siendo múltiples veces detenida, golpeada, maltratada y humillada. De marzo a noviembre del 2021 estuvo en prisión domiciliaria, bajo la custodia incesante de la Seguridad del Estado. En la prisión domiciliaria vivió también las mayores manifestaciones del 11 de julio 2021, aunque posteriormente, logró escapar a la calle dos veces: una para pedir la liberación de Hamlet Labastida del centro de tortura en Villa Marista, y la segunda el 15 de noviembre, para poder marchar junto con otros activistas en una manifestación convocada. El día 16 de noviembre del 2021 terminó su prisión domiciliaria, amenazándola de que la próxima ya sería en prisión de verdad. En enero 2022 logró organizér dos protestas, y el día 30 de enero de 2022 se unió a las madres de los presos políticos menores de edad que estaban esperando a ver si quiera un momento a sus hijos saliendo del tribunal. Después de eso, las cosas tomaron mucha velocidad y después de haber sido detenida nuevamente, el día 31 de enero de 2022 un agente de la Seguridad del Estado le amenazó de perseguir a sus seres queridos, si Carolina seguía en la isla. No le dieron opción, Carolina en menos de 24 horas abordó un avión rumbo a España donde reside hasta ahora. Sin embargo, dice que si es que volvió a Cuba ya una vez, volverá siempre.