“Sí ha cambiado después del 11J, ha habido un despertar grande. Estaba oculto en las personas porque las personas siempre tuvieron ese miedo, porque hasta yo que hago las cosas, a veces siento miedo. Yo no sé lo que pasó, si fue la necesidad, el hambre que está pasando el pueblo o simplemente que ya se cansó de mentiras y el 11J dijo basta, hasta aquí. El 11J fue un despertar para el pueblo que todavía la policía está en todos los parques, en todos los lugares, permanente vigilancia porque tienen miedo a que se le vuelva a tirar el pueblo”.
“Encarcelamientos han sido dos. Esta última prisión, que todavía estoy de condicional hasta el 28 de noviembre, fue la más mala porque yo entré en una huelga de hambre a la prisión, solamente por el delito por el que me encarcelaron. Sufrí amenazas por parte de las presas, represión por las guardias, Brigada especial, que intenté hasta matarme, quitarme la vida, en dos ocasiones lo hice, porque ya era demasiada la represión conmigo. La mente se me nubló y pensé que la salida ahora mismo para que mi familia no sufra y yo no sufrir más. Fue un momento de debilidad que tuve, pero gracias a Dios no lo logré”.
“Nosotras, las sancionadas, en 2013 a 2015, a todas las presas las ponían a limpiar en los lugares del MININT [Ministerio del Interior] y allí conocí la corrupción, el uso del poder, el uso de un uniforme y para qué lo usan. Al tiempo escuché, por una que estaba presa allí, lo que era la oposición. Fue el cambio, el giro a mi vida, que cuando terminé de cumplir mi sanción, mirando y observando todos los lugares del MINIT que limpié, la corrupción que había, salí y toqué un día una puerta y dije que yo quería pertenecer a los derechos humanos”.
Para reclamar derechos nunca hay que pedir permiso
Keilyllí de la Mora Valle, nace el 31 de enero de 1993, en pleno período especial, en la República de Cuba, específicamente en la provincia de Cienfuegos. Desde pequeña quiso dedicarse al deporte, por lo que entra a estudiar en una escuela creada para ese fin. Luego de varios periodos de adaptaciones en algunos centros escolares, abandona los estudios a la edad de 17 años. A partir de ahí comenzó a tener problemas con la policía y la Seguridad del Estado, ya que tuvo dos parejas que eran extranjeros. A la edad de 20 años cumplió su primera condena en prisión Luego de haber vivido abusos por parte de la policía, decidió dedicarse a luchar porque en Cuba se respeten los derechos humanos, lo cual le hizo cumplir otra condena de nueve meses de privación de libertad, en la cual hizo una huelga de hambre e intentó suicidarse debido al asedio y la tortura psicológica y física a la que era sometida a diario tras las rejas. Actualmente reside en su natal Cienfuegos y es miembro de la Unión Patriótica de Cuba.